sábado, 29 de diciembre de 2012

En la noche de Navidad mi hermana está llegando

En la noche de Navidad mi hermana está llegando Apura el paso y el esplendor de la ruta no logra detenerla La ven pasar el león y el cabrito Ellos comentan - Va de prisa Y dicen bien Mi hermana no se detiene a contemplar las volutas y las torres el perfecto diseño la armonía y la majestad de los palacios Mi hermana no se detiene Avanza Sabe que puede no encontrar posada Lo dijeron los pastores Más lleva todo lo necesario No se detiene Durante cuarenta y cuatro años guardó - junto un muchacho elegante e ingenuo como ella- un oro tan puro como el de Ofir que de haberlo conocido Salomón lo hubiera colocado en el templo que construyó cuando soñaba con atrapar al Dios que arde Ella atesoró además el bálsamo de sus hijos idéntico al áloe que crece en las laderas del Monte Moria y cultivó mirra con ese arte tan suyo que lo mismo servía para atar el nudo de los pañuelos que para envolver el pan Tiene prisa La han visto pasar En la noche de Navidad mi hermana está llegando al Paraíso Nadie la detiene En la noche de Navidad Dios está a la puerta pues sabe va entrar una muchacha alta y fuerte como cedro del Líbano Él siente el olor a acacia de sus vestidos La está esperando Pero yo me he quedado en mitad de la noche y grito y me duele hasta el alma sin que nadie escuche ¡Dios mío Dios mío mi hermana es solo una muchacha… y tiene miedo! ¡Ábranse las antiguas compuertas! Mi hermana en la noche de Navidad entra y Tú la esperas. La estás esperando.

martes, 18 de diciembre de 2012

Grecia me hiere. Breve antología de poesía neohelénica

El poeta Roberto Manzano, encargado de escribir la nota de presentación a mis “versiones” de algunos poemas de Constantino Cavafis, publicadas por la revista Amnios, en su segundo número, me despertó una mañana interrogándome sobre la naturaleza de las mismas. Lo primero que atiné a contestar fue que estaban construidas a partir de traducciones. Pero eso es apenas una media verdad o una verdad a medias. Cuando comencé a leer los neohelénicos, allá por los años ochenta, me veía tentado a hacer correcciones, reescribirlos, versionarlos, hacerlos entrar en la norma del español que hablo. Como no escribo, no leo, no sé nada de griego, ni del clásico ni del moderno, mis versiones son hechas a partir de las traducciones al español (de Miguel Castillo, Ramón Irigoyen, Gaetano Cantú, Luis Cernuda, Nina Anghelidis y Carlos Spinedi), al inglés y el francés, y de textos dedicados al estudio de esta poesía - fundamentalmente del poeta alejandrino- donde aparecen traducciones literales y varias de estas. Es decir, comparando las traducciones, cotejándolas, intuyendo el sentido último de los versos, construí lo que él y ustedes tienen delante. No es obra de la filología sino del Juego, que es cosa seria, como deberíamos saber… Estos son los primeros párrafos del prólogo a mi antología de poesía Grecia me hiere. La encontrarán en formato pdf, edición de autor. Sabiendo por donde van “mis tiros” los invito a conocer la lista de poetas versionados y el link donde la pueden encontrarla y bajarla de inmediato: - Pórtico con precisiones pág. 3 - Vasilis Mijailidis pág. 5 - Kostis Palamás pág. 7 - Ányelos Sikelianós pág. 9 - Kostas Karyotakis pág. 11 - Constantino P. Cavafis pág. 13 - Yorgos Seferis pág. 19 - Andrea Embirikos pág. 22 - Zoí Karelli pág. 23 - María Poliduri pág. 24 - Rita Bumí-Papá pág. 25 - Ionna Tsatsou pág. 26 - Yannis Ritzos pág. 27 - Nikos Engonópulos pág. 29 - Odysseas Elytis pág. 30 - Athos Dimulás pág. 34 - Eleni Vakaló pág. 35 - Manolis Anagnostakis pág. 36 - Nikos Focás pág, 37 - Nikos Karuzos pág. 39 - Kikí Dimulás pág. 40 - Tasos Denegris pág. 42 - Katerina Anguelaki-Rooke pág. 43 - Yannis Kontós pág. 45 - Nasos Vagenas pág. 46 - Athiná Papadaki pág. 47 - María Lainá pág. 48 - Dimitris Kalokýris pág. 49 - Yenny Mastoraky pág. 50 - Adonis Fostiéris pág. 51 http://www.scribd.com/doc/116803088/Grecia-me-hiere

domingo, 25 de noviembre de 2012

En su centenario, llamémosle Virgilio

Loma, aunque los registros oficiales camagüeyanos insistan en llamarla Tula Aguilera, fue una calle corta y ancha, que desembocaba en la nada, si es que así se lo podía llamar al campito de San Zenón, colindante con la Escuela Normal para Maestros, donde terminó estudiando mi madre, a pesar de que quiso ser “hogarista”, que no “normalista”, pero, por azar violento y revuelto, no le quedó más remedio que aceptar su cruz y convertirse en una “maestra de escuela”; eso sí, recordada como la elegante y dulce muchacha que le cambió el destino a sus alumnos. En esa calle, y en otras, vivió en Camagüey, durante veinticinco años, Virgilio Piñera, el autor de cuentos y aires fríos, congelados absurdos, y de rabiosas ironías escénicas o narrativas. Había nacido en Cárdenas y murió en El Vedado habanero. Él, espíritu burlón y trashumante, más “por malparada economía”, como la de las cojas de su relato, que por vocación viajera, fue llevado a una multitud de casas pobres en diversas ciudades cubanas o en Buenos Aires. También vivió en esa calle de La Zambrana, según cuenta la lengua de trapo y la vox populi, Severo Sarduy, escritor barroco y posmoderno, delirante, tan de la ciudad, a pesar de París, tatuado por la cubanía y, muy especialmente, por esa condición humana, que yo defino como la camagüeyanidad, en sus dos variantes: principeño civilista y polis endemoniada. Pero dejemos esos zarandeos para otros lugares. En Loma # 13 viví desde los once años hasta los veintitrés. Estaba, entonces y ahora, muy orgulloso de residir en la periferia, al margen, aunque lo suficientemente cerca del centro como para conservar orbita propia, sin necesidad de dejarme imponer una, gobernada por las fuerzas centrífugas de aquella ciudad provinciana y polvorienta que presume de su prosapia. De este modo mantuve distancia crítica e independencia frente a sus designios, por lo que pude ser y estar lejos de la “tradición” y del rol y las maneras que se supone deban asumir los intelectuales allí. Según Carlos Manresa, en Camaguey, crece como la verdolaga, cierto “formalismo cubano”, tendente a reafirmar la pureza del idioma, la sujeción a las formas clásicas en poesía. Si usted me escucha y me lee se dará cuenta que esa tendencia en mi se da más por el camino de la fragmentación en la forma, y que, no obstante, en lo esencial, repito, con insistencia, los temas camagüeyanos más sostenidos: el silencio, la insularidad, la religiosidad y la ciudad entendida como construcción poética-mítica que se encarna más allá de sus ladrillos, argamasas y sangres de toro. Mi interés por los ilustres vecinos se acrecentó con la juntamenta que me proporcioné. Muy jovencito frecuentaba los círculos de José Rodríguez Lastre – alias Nikitín- y de Carlos Victoria – que trabajó en un almacén de la Empresa Forestal Integral donde mi padre era vicedirector-, o escuchaba con fruición las historias de Carlín Galán Sariol, amigo de Virgilio, de Nicolás Guillén, de Severo, de Emilio Ballagas, de Rolando T. Escardó, de Rita Montaner, de Luis Carbonell, y de otros muchos personajes que hoy habitan en el panteón de los héroes de la Cultura Nacional y que entraron, por derecho propio, muchas veces a empellones, dentro de la mitología insular, tan rica en chismes y leyendas, tan intervenida o ignorada por los aficionados a las reglas, los cánones y los dogmas. Los literatos que están en el cielo de las titanes patrios y en los pensum académicos, sin embargo, sufren del Mal de la Gloria, que consiste en que recibir el premio de la aureola y el misterio, a la vez que son condenados al polvo de las bibliotecas, o a ser minimizados mediante citas elegantes, anécdotas simpáticas, exergos de poemas; más nadie los lee con pasión. Es decir, aquellos personajes y personas que odiaron el cartón, el mármol y el bronce, terminan siendo letras muertas y, créanme, que esa es la peor condena a la que pudieron ser sometidos pues amaron las palabras vivas y sonoras. En este jubileo piñeriano, motivado por el centenario de su nacimiento, se reeditaron sus obras, se volvieron a ver en el escenario las piezas teatrales que escribió, se hicieron coloquios y se celebraron saraos, que ojala tuvieran cócteles decentes, y no aquellos, famosos y citados, que se ofrecían por la Academia Cubana de Lengua, radicada en casa de Dulce María Loynaz, y que tanto criticó nuestro personaje, motivo por el cual la poetiza lo condenó al ostracismo, solo que, como no podía expulsarlo de la ciudad, se tuvo que conformar con retirarle la invitación a la academia y a la casona de la calle 19. A él lo lanzaron, por unanimidad, para su gloria, que era callejera y revoltosa. Tanto los amigos de Virgilio, como sus enemigos, lo pintan pendenciero, gustoso del tira y jala, pero cobarde. Suerte de gatica de María Ramos. Pero ya no deberían importarnos ninguno de esos detalles, que están tan en el fondo de sus escritos, como para que no tengan importancia a estas alturas. Yo prefiero recordar a Piñera en la voz de Carlín Galán, quien escondió una enorme cantidad de poemas inéditos, justo en el momento, en el que su autor había “caído en desgracia”. Aquellos textos los conservó celosamente, hasta el día en que se los entregó al periodista Manuel Villabella, que también los mantuvo a buen recaudo, en espera de tiempos propicios, que no llegarían hasta mucho después de la muerte del poeta. En los años ochenta, Pablo Armando Fernández, amigo de los hermanos Galán - Carlín y Natalio, este último compositor y musicólogo no muy mencionado, pero importante- le pidió al primero que le entregara los poemas que él sabía guardaba, pues Antón Arrufat, albacea literario de nuestro autor, estaba por editar una suerte de poesía completa. Miguel Barnet, en casa de Candita Batista, un domingo por la tarde, recibió el sobre manila con los poemas, y los llevó desde el Camagüey hasta La Habana. Sabemos que llegaron a su destino, pues aparecieron en el libro La Isla en peso, ya con varias ediciones, aunque el compilador nunca menciona a quienes guardaron estos tesoros, creando la duda de si los textos los tenía él, si estaban en el archivo del autor, si fue un trabajo de reconstrucción o un hallazgo fortuito en almacenes y bibliotecas. Ahora sabemos que no hubo tales rastreos, sino una alta dosis de fidelidad a la amistad, por un lado, y por otro , una profunda honradez intelectual y amor patrio, porque tanto Carlín Galán como Manuel Villabella, pudieron vender los originales a cualquier institución norteamericana, europea o a algún coleccionista privado que les hubiera proporcionado un respiro económico tan necesario. Esas ausencias de oxígeno han llevado a que parte del patrimonio de muchos países no esté en su territorio y sea difícil de consultar, tanto como para llegar a hacerlo prácticamente imposible. Sirva de ejemplo las colección de originales de Juan Francisco Manzano, que distan mucho de lo que conocemos como “su obra”, pues esos textos fueron manipulados, intervenidos y podría decirse que hasta mutilados, por el círculo delmontino, que intentó meter en cintura la obra del poeta esclavo, que componía más con las técnicas y los recursos de un poeta oral que con los de un escritor letrado. Hoy tenemos noticia de ellos gracias al profesor cubano-americano William Luis quien encontró esos documentos en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Carlín Galán y Manuel Villabella nos libraron de un largo viaje hacia la ausencia. A ellos gratitud y honor. Como ven, por razones geográficas, accidentales y hasta por sin razones de la voluntad y la escogencia, Virgilio Piñera, me acompaña. Lo leí cuando era un adolescente en aquellos libros de las Ediciones R, que muchas veces estaban en “cuartos especiales” y oscuros, cuando no en cajas fuertes, de las bibliotecas públicas; pero que uno era feliz leyéndolos aunque para hacerlo tuviera que saltar bardas y necesitar de cómplice. En 1994 hice Un fogonazo, espectáculo donde contaba varios cuentos de Piñera cuyo tema central era el hambre. Todo esto ocurría en un país que atravesaba un periodo virulento, que en muchos sentidos aún está. De un lado se vivía la implosión económica como consecuencia de la crisis estructural que sobrevino a la caída y destrucción de imperios, bloques y muros y, por otro, en lo personal, había sido expulsado del circulo garzoniano, tan fuerte y central en el Movimiento de Narración Oral Escénica de aquellos tiempos, pero hoy descoyuntado e inoperante, aunque patalee, cual balanceante ahorcado. Por suerte, la Narración oral contemporánea en Cuba es un arte de tendencias y matices plurales, en el que no hay una fuerza abiertamente dominadora y prepotente sino una variedad de expresiones y posibilidades infinitas, aunque en lo artístico se sepa “de dónde son los cantantes”. En España, cuando presentaba aquel espectáculo, no me regalaban flores, sino suculentos bocatas, con abundante jamón, sobreasada, chorizo y otras delicadezas de la cocina peninsular. Pasó el tiempo, y en 2009, Mayra Navarro me invitó a participar en la inauguración de la exposición Las furias de Virgilio en la Galería Raúl Oliva, con las escenografías y utilerías usadas en algunas puestas en escena de las obras de nuestro autor; ahí se nos unió Ricardo Martínez, y su recordada versión de Tadeo. A aquella aventura, su directora la bautizó como Un fogonazo para Virgilio. Conté La Carne sentado en el sillón donde se balanceara el escritor en su apartamento habanero. Entre los asistentes estaba Manuel Villabella. No lo dije, pero conté para él, sólo para él. Después, durante el Festival Internacional de Teatro 2009, el espectáculo se amplió y cambió su concepción escénica; entraron Lavinia Azcue, Beatriz Quintana, Octavio Pino y Benny Seijo, pero, por razones dolorosas y urgentes, Mayra Navarro no estuvo. Freddy Artiles, su compañero e importante intelectual cubano, estaba para morir, aunque no lo sospecháramos. Del primer fuego quedamos, entonces, Ricardo Martínez y yo. En la Sala Ernesto Lecuona del Gran Teatro de La Habana (GTH), sede habitual del Foro de Narración oral, usando algunos elementos prestados por Raúl Martín y Teatro de la Luna, protagonizamos tres funciones aquel Festival, que fueron reseñadas por mí. Como en aquella ocasión, les advierto, que todo lo que diré será a título de juez y parte. La crítica de espectáculos y los periodistas culturales de nuestros medios prefieren ignorar a un arte y un movimiento que está en el centro del panorama iberoamericano de la Cuentería, dejando pasar así elementos esenciales que marcan nuestro devenir, pues, ya lo he dicho, en las fronteras del tiempo y de la Cultura se está generando un nuevo sistema simbólico de producción de lenguaje, la Escritoralidad, que se hace evidente en la Oralidad ficcional, y que incluye, no solo a la Narración oral, sino que también a la Poesía oral improvisada, al Chiste, la Poesía narrativa cantada, y otras formas de generación de los relatos. Sin saltar las barreras de la ética, me urge testimoniar lo que se está creando, produciendo en materia de Narración oral en la Isla. Como indica el Dante, a este tiempo llamarán antiguo, y es necesario guardar memoria de él, usando todos los recursos. La palabra pronunciada de viva voz mantendrá el recuerdo de estos sucesos mientras ellos sean útiles, o nos permitan entender cuánto de salto, de aporte, de reiteración y retroceso estamos generando. Este proceso de memoria-olvido hay que custodiarlo y propiciarlo también desde la Escritura. Por eso he comentado los fogonazos, y para eso estoy aquí, escribiendo sobre el de noviembre 16 al 18 de 2012. Cerrados por obras los Salones del GTH, Teatro El Arca, de la Oficina del Historiador de La Habana, nos acogió. Fueron generosos pues tuvieron que reacondicionar su pequeño espacio. No se usó el escenario, sino la platea, donde se colocaron sillas, en sustitución de sus pesados bancos, que permitían a los asistentes cambiar de posición para así poder recorrer los distintos espacios narrativos, situados en circulos de irregulares contornos pero siguiendo una lógica representacional que favorecía su participación. Uno de los problemas más frecuentes en los espectáculos actuales de este arte radica en la ignorancia o el descuido de sus hacedores de las reglas de la Oralidad, y una de ellas es la necesaria e imprescindible fidelidad a los diseños del discurso oral, visible a través del Ciclo Oral, que no es otra cosa que la representación esquemática de los procesos, internos y externos, que tienen lugar durante el acto de narrar oralmente. Partiendo de Paul Zumthor y de las operaciones retóricas clásicas, diseñamos este modelo teórico, pensando a sus elementos también como operaciones, como actos. Este proceso o ciclo está integrado por producción, enunciación, recepción, almacenamiento y conservación; de lo que se desprende que la historia se genera a través de un texto narrativo propiamente dicho, de un texto espectacular o de la representación y de un texto de la recepción. Este último es clave y distintivo de los procesos orales, ya que la fábula que arma la historia – que es tiempo y espacio fabular, sucesos y personajes-, habrá de componerse en el aquí y ahora, en presencia del otro, y sabiendo que no solo implica al que emite las palabras sino al que las acoge. El público entonces es un elemento activo y creador que si, por impericia o ignorancia, separamos del proceso y lo convertimos en receptor pasivo, estaremos creando o vivenciando quizás algo bello y útil, sin embargo no nos colocaremos dentro de la orbita de la Oralidad. Esta voluntad de escogencia, de distribución del espacio, del tercer fogonazo, reitera la vocación de reproducir, en la contemporaneidad, los recursos del cuentero original. Se toma un texto literario, se coloca en un espacio y un tiempo dados, se abre el proceso al espectador, se repiten los diseños de la palabra hablada, y se invoca y convoca al espectador para que participe, creando su propio relato, porque éste, a pesar de ser colectivo e integrado por varios cuentos, resulta una historia única, que intenta retratar la vida del ser humano, puesto en situaciones límites, que, sin embargo, no se deja vencer y grita, patea, muerde, sueña. Estas son historias duras, de peso completo, que sin embargo alcanzan cierta ligereza, cierta capacidad de elevación, que viene más de la técnica oral empleada que de la reproducción del texto escrito como partitura, al que hay que ajustarse y conservar a toda costa. No se trata de interpretar a Mozart haciendo sonar con exactitud las notas, una detrás de otras, sino de improvisar como en el jazz. Permítaseme el ejemplo musical, como recurso para remarcar, además, el sentido “metafórico” del espectáculo. Pudiera hablar de las gracias y aciertos, de las desgracias e imprecisiones, de los verbos irregulares que no se dejaron domar o de la diferencia en las calidades de las tres funciones, pero eso en nada ilustraría lo sucedido. Si en algo es importante este espectáculo, es porque viene a proponer un discurso espectacular distinto en el panorama de la Narración oral contemporánea cubana. Un fogonazo para Virgilio es para Cuba lo que fue para la Iberoamérica de 1990 Pavana de Amor y Muerte, aquel mítico espectáculo de Antonio González y La Carátula, puesto durante el II Festival Iberoamericano de Narración Oral Escénica (1990), en México, y que introdujo formas de representación, nunca vistas hasta entonces. Aquella puesta, centrada en el acto de narrar, aprovechando los recursos de la juglaría y del arte popular español, no dejaba de introducir elementos contemporáneos que garantizaban esa necesaria sintonía con un espectador altamente influenciado por los medios y los mensajes de la era audiovisual globalizada. Un fogonazo para Virgilio, deja a la palabra y a la imagen desnuda, no apela al canto por el canto, a la danza por danzar, a los elementos inútiles o únicamente decorativos, o mete mano a un supuesto o real alarde de tecnicismos, o se apoya en la provocación a partir de instrumentar un relato cuestionador directo o abusa de textos lacrimosos y banalizadores, sino que va a la parábola y a la elipsis, a la sugerencia, a la participación de cada uno, dejando que el público interrogue y no solo sea cuestionado. Como un todo dejamos que la gente mirara y se mirara, escuchara y se oyera, le dejamos espacio para construir y pensar. Intentamos no manipular; por lo que las reacciones fueron de muy variado pelaje, pero coincidentes en una reacción común: se sintieron removidos, conmovidos, cuestionados; llamados a moverse, pero desde lo interno, acción que comienza en el momento en que nos reconocemos y reconocemos los paisajes íntimos reflejados en relatos, que, al principio, nos parecían ajenos e improbables. Esta vez, en su centenario, gritamos el nombre de Virgilio, como quien dispara un revolver, teniendo la certeza de que algunos nombres pudieran ser nada más que fuegos de artificio, breves explosiones sin resonancia, pero que el suyo, sigue siendo un arma potente, que propicia, que resiste, que implica al arte del cuentero, a la manera en que lo concebimos hoy, que es una suerte de puerta al camino, de resquicio por donde la Cultura Popular y el Juego se filtran, rompiendo la solemnidad de las peroratas de la mentira.

sábado, 27 de octubre de 2012

Bajo un árbol de taparas X (final)

Estoy cerrando un ciclo venezolano bajo el signo y la protección del Árbol de Taparas que crece en el barrio 23 de Enero de Caracas, y no de otro, que pudiera nacer y crecer en aquella tierra de basto señorío. Ese arbusto, el verde y el oro de sus hojas, su voluntad de estar y de ser, la fidelidad a la sombra y al fruto por venir, marcó mi descubrimiento de un territorio en toda su intensidad y dimensión maternal. Uno usa palabras y en ocasiones ignora que cada una de ellas tiene peso, historia, resonancia, y que cuando decimos, por ejemplo, “patria” seguramente estamos indicando la condición masculina y potente, cuando lo queremos es hablar del útero, la caverna, el seno, las aguas primigenias, que son esencialmente femeninas. Queremos, entonces, hablar de la matria. Aquel árbol, ese, en medio de un barrio bravo y pobre, fue la puerta de entrada al misterio genitivo de un país al que creí conocer, más ignoraba. Su condición femenina me enamoró y pude verlo con ojos resucitados, gloriosos. Más que llanero, más que güaro, más que cubano-venezolano, que fueron mis razones iniciales, ahora me siento ínsula engendrada en la raíz, en el extremo pivotante, de un arbusto que parece infértil, pues no hay huellas de sus frutos, ni nadie los menciona, pero que todos saben fue trasplantado desde el Paraíso hasta aquella tierra, fundada no del barro y la costilla sino por la sangre, el sudor y los sueños. Razones, sin razones, conectan a esa planta con el rectángulo de San Juan de Dios, en Puerto Príncipe, Camagüey; y de allí arranca mí avatar entre las aguas del Tínima y del Hatibonico, hasta ser arrancado, de entre las malanguetas orilleras, para luego consagrarme, en pobreza, ante la imagen de una Virgen sola que contempla el grito de su hijo en otro árbol, invertido. Soy el fruto, el vástago del árbol del 23 de enero. Este es mi homenaje a su maternidad. Esta mi gratitud por su ofrecimiento. Esta mi brevedad y silencio ante una Venezuela matria, árbol y destino. Así sea.

Bajo un árbol de taparas IX

Maracaibo está refrigerada. Ni los aires del Lago de Venezuela logran poner coto al bochorno ni límite a la estrella que está al centro de nuestro sistema, esa misma que acompaña sus apelativos, pues para sus habitantes la suya es “la ciudad del Sol amada”. ¡Hay amores que matan!, diríamos por aquí, acostumbrados a humores más temperados, más cálidos, gracias a la Corriente del Golfo, a las aguas del Atlántico, a la situación más al norte o a la protección del arco de las Antillas Menores, que hacen de Cuba un país de temperaturas amables; aunque por estos días necesitemos artefactos eléctricos que se desplacen con “bamboleo frenético”, como los que abundan por allá. Supondrán que estoy al final de mi estancia venezolana. Llegamos hasta el Zulia, Emilio Jorge Rodríguez – especialista en literatura caribeña de reconocimiento internacional-, Daniel García – editor de engrosado palmarés- y yo. Si sumamos al calor, podría decirse que constituíamos una suerte de tres mosqueteros, que como saben eran cuatro. Las aventuras en los días en que participamos en la Feria Internacional de Libro (sede Maracaibo), en julio de 2012, no llegan ni siquiera a la de la joya real que había que devolver a París, cruzando el Estrecho de la Mancha y burlando a los espías del Cardenal Richelieu, pero si a alguna de las pedestres diversiones de los personajes creados por Alexandre Dumas. En el Centro Cultural Lía Bermúdez, sede de privilegio, todo estaba listo. Aquel es un lugar funcional, bien dispuesto, con una engañosa fachada neoclásica que esconde una estructura metálica, diseñada con buen gusto. Maracaibo, a diferencia de Caracas, es una urbe armoniosa, menos brutal en sus construcciones, equitativamente dispuesta, y con tanta solvencia y prosapia como la capital del país, pero quizás diseñada con mejor gusto; pero esa es harina de otro costal, peliaguda y discutible, que no me atreveré a demostrar aquí pues provocaré a los caraqueños, que ya sabemos son gente extensa e intensa en sus pasiones. El Gobierno Bolivariano apuesta fuerte por la Cultura. No sólo en las Librerías del Sur o en los puestos de venta de entidades estatales uno pudo encontrar en la FIL libros que van desde un precio muy por debajo de su costo de producción hasta los importados según la tasa de cambio oficial del dólar, que hace que su valor de venta sea asequible o muy por debajo de lo que costarían en otros sitios. Textos académicos o de entretenimiento de factura europea o latinoamericana podían ser adquiridos, y de hecho se vendían. Una multitud deambulaba por los amplios pasillos buscando lo más cercano a su afición, posibilidades o necesidad. Área lúdica y de actividades para niños, programación artística local y programa académico completaban la estrategia de promoción a la lectura de la feria. Pues este evento no es una trampa para atrapar compradores de libros o lectores ingenuos sino un instrumento para el disfrute y el crecimiento popular. Quizás para buscar estrategias de promoción continental, dentro de MERCOSUR o del ALBA, se podría pensar en convertir la FIL, en todas sus sedes, también como un espacio de negociación de derechos de autor, de coedición, de distribución, de intercambio. De lo contrario, ¿cómo un cubano, un chileno, un ecuatoriano, un costarricense o cualquier persona del mundo que lea en castellano podrá disfrutar, por ejemplo, de Sin decí una garra´e mentira (cuentos orales) donde se goza parte de la sabiduría de José Humberto Castillo, El Caimán de Sanare, quien fuera uno de los Dueños de la Palabra de Nuestra América? Hay que pensar en un mercado solidario y común del libro, en un sistema de compensación intelectual y de la estructuración de una industria cultural complementaria de alcance tercermundista, y Venezuela puede ser la puerta y el motor. Tiene potencial, vocación y tradición. Cuando uno revisa las colecciones de la Editorial Monte Ávila - es sólo un ejemplo- se puede encontrar de lo mejor y más avanzado del pensamiento internacional, o cuando se estudia la Fundación Biblioteca Ayacucho, fundamentalmente histórica; usted presiente que si esas aguas son derramadas e inundan “otro gallo va a cantar” en el espacio de la construcción de un nuevo modelo civilizatorio. Sólo hay que abrir las compuertas. Pongamos un ejemplo, la Editorial Tablas-Alarcos de Cuba inauguró hace cuatro años la Colección Oralia, dedicada a Teoría de la Oralidad y la Narración oral contemporánea, y cuenta ya con cuatro libros en fase de artes finales y otros tantos en preparación, pues sus autores cedieron sus derechos a favor de un proyecto educativo, sin fines de lucro, pero no encuentra presupuesto para la impresión o hay problemas con la existencia de papel o capacidades en las imprentas cubanas. Solo un único texto puede ser hojeado, saboreado: Celebración del Lenguaje de Adolfo Colombres, un verdadero clásico, dicho sea de paso y con justicia. ¿Qué tal si Tablas pasa los libros al CENAL y este los imprime en alguna de las editoriales de su sistema, y luego los distribuye por el mundo mediante la venta o el trueque de libros por otros libros?, ¿qué tal si contribuimos a crear conciencia sobre las artes de la palabra viva, como patrimonio de nuestros pueblos, a través de textos que contribuyan a completar el proceso de alfabetización con un sistema de oralización? No nos cansamos de repetir que no basta con enseñar a leer y a escribir sino aprendemos a valorar y construir nuestros propios relatos orales. Decimos por estos lados que “una mano lava la otra y las dos lavan la cara”; entonces ¿por qué no imprimir libros como si fuéramos parte de una cooperativa, sólo que está de carácter latinoamericano y caribeño? De paso estaríamos haciendo un aporte teórico-practico al cooperativismo como forma de socialización del capital y como estructura liberadora. Nos saldríamos de los mecanismos deshumanizadores del mercado y los sustituiríamos por la instauración de un sistema de intercambios según la capacidad y la necesidad de cada cual, que tenga en cuenta las asimetrías y desigualdades, las fortalezas y las debilidades colectivas. Soñar no cuesta, en ejercer este poder y cambiar nos va la vida. Parece justo establecer sistemas para intercambiar bienes materiales y servicios, pero es hora ya de hacer lo mismo con los patrimonios intangibles, con los imaginarios, con lo simbólico, con lo que no se ve pero que está ahí y nos hizo humanos, al igual que el andar bípedo, la ingestión de proteínas animales, el uso de herramientas, la agricultura, y las tecnologías. Volviendo a la FIL, quizás el programa teórico se vio afectado, en su mayoría, por una asistencia discreta o nula. Y esto se debió, en primer lugar, a una estrategia equivocada de promoción, pero fundamentalmente por el ninguneo de las autoridades locales al evento, cosa que impidió que la información llegara de manera efectiva y oportuna hasta colegios, institutos, universidades, casas de cultura, proyectos comunitarios que allí tienen su sede y prestigio. Una gobernación opositora debería de administrar y colegiar con todos, y para todos, y no sólo poner énfasis en trabar o frenar lo positivo que viene del otro extremo del espectro solo porque la iniciativa no la tomaron primero ellos. Hay ejemplos en ese país de convivencia civilizada; este mismo año, la presidenta del CENAL y de la Fundación Librerías del Sur, Cristian Valle, fue hasta la instalación y visitó la Feria del Libro del Municipio Baruta, en el Estado Miranda, bastión de Primero Justicia, partido en las antípodas del chavismo o hay cooperación entre ese organismo y el Banco del Libro, que es una institución de carácter privado pero que trabaja a favor de la lectura y de la infancia. Nunca vimos al gobernador zuliano sino en los pendones donde hace propaganda electoral, ni a nadie de su tren ejecutivo; incluso, el área pública, el boulevard que se encuentra al fondo del centro ferial, tuvo que ser adecentado por los trabajadores de Centro Nacional del Libro, venidos de Caracas y algunos de ellos con altos cargos ejecutivos, en compañía de agentes locales cercanos al proyecto bolivariano, con tal de no celebrar el acto de instalación entre la mugre. ¿Era tan difícil convertir a la Cultura en un espacio de concertación, dialogo y crecimiento? ¿Era imposible compartir proyectos de beneficio común? La oposición venezolana enfoca su meta y su propuesta en la caída, por cualquier vía, del presidente Hugo Chávez como paso previo a la restauración del antiguo régimen. El 7 de Octubre del 2012, y otras tantas ocasiones anteriores, deberían servir para que no siga tropezando con la misma piedra, que no es solo es roja, ni única, sino que se expresa fundamentalmente en su incapacidad selectiva de “leer y pensar” el nuevo país que se ha levantado y está, imbatible e incontestable, frente a su nariz. Y esas son rocas de todos los tamaños: la clase media resucitó y está actuando, la anarquía y la apatía política se transformó en conciencia política participativa y organizada; aumentaron los espacios comunitarios y solidarios; el chovinismo, que disfrazaba cierto complejo de inferioridad, fue sustituido por una venezolanismo insertado en un proyecto de carácter global; el país comenzó a ser un referente en el plano de las ideas y en el diseño táctico-estratégico tendente a crear un nuevo modelo de relación entre estados y pueblos, dejando atrás su condición de país-petróleo perteneciente al traspatio norteamericano, etc. Si hoy algo orbita en Venezuela son sus satélites, tecnología diseñada en común con los chinos, y que quiebra uno de los ejes centrales del poder imperial basado en la concentración de las fuentes de la información y del conocimiento. Francisco Áreas Cárdenas, compañero del presidente, y uno de los firmantes del juramente del Samán de Güere, hoy candidato por el PSUV a gobernador zuliano, estuvo presente en la Feria del Libro, acompañó a Carmen Bohórquez, a Theotonio Dos Santos, a los participantes, y seguramente saludaría a Luis Brito García, el escritor venezolano, al que dedicaban el capítulo marabino de la feria. El candidato chavista marcaba la diferencia y daba una clara señal de que, de ser electo, la autonomía estadual iba a ejercerse en estrecha coordinación y colaboración con el poder central, sinergia que beneficiará, en primer lugar, a los zulianos de a pie; pues al ser centralizada y estatal la industria petrolera, la gobernación actual, por muy a la derecha que se encuentre, no puede meter mano directamente a la renta petrolera sino que debe esperar por el “situado presidencial”. Desde siempre había deseado ir hasta Maracaibo, entre otras cosas por mi cercanía con la Chinita. Nuestra Señora de Chiquinquirá, la patrona, celebra su fiesta el día 18 de noviembre, y justo ese día, pero en 1963, a las seis y treinta de la mañana, fue extraído, que no parido, a través de una operación cesárea en los salones de la antigua Clínica Agramonte, centro mutualista de prestigio en Camagüey, que se convirtiera luego en hospital militar, donde estudié mis años más felices junto al Dr. Antonio Soto Vázquez, hombre sabio y bueno como pocos, al que sus alumnos, en secreto, le decíamos Ñico, pues así lo llamaba su familia, y nos sentíamos sus hijos, putativos pero hijos a fin de cuentas. Cristian Valle, Betty Tovar, Carlos Duque y todo el equipo del CENAL atendió cada detalle, y lo que vimos y gozamos fue una fiesta, y de eso se trató, de celebrar, de disfrutar, no de sufrir al libro, ese objeto bello y palpable que se irá transformando, pero que no dejará de existir. Los apocalípticos y los agoreros que anuncian la muerte del libro deberían saber que hasta nosotros, sus devotos más fieles, los que llegamos al extremo de olerlo, acariciarlo, de dormir con él, estamos disfrutando ya de la lectura en soporte electrónico, cuyas ventajas no se reducen a la posibilidad de cargar en un bolsillo el equivalente a la Biblioteca de Alejandría. Los organizadores de la FIL, en sus diferentes sedes, deberían ir trazando estrategias para estimular el consumo de libros electrónicos y su oferta en los eventos de promoción de la lectura, fundamentalmente contribuyendo a la circulación de libros libres, de modo que se pueda establecer para adolescentes, jóvenes y toda la población un sistema similar al empleado con las laptop Canaimita, que hoy solamente cubren a los alumnos de la educación elemental y sus familias. Disfruté la FIL, la estancia y las comidas con Emilio Jorge y Daniel García, los patacones y la conversada con Ariel Silva, de la Fundación Mario Benedetti, invitados por Cristian Valle, junto aquel lago que parece mar, y que pudiera ser un hermoso símbolo de lo porvenir, si sabemos y entendemos, de una vez y por todas, que los libros, tanto como el corazón y la cabeza humana, aunque parezcan no tener límites, lo tienen, y que es responsabilidad de cada uno y de todos los hombres y gobiernos horadar sus orillas para hacerlos más extensos, más intensos, más profundos.