sábado, 27 de octubre de 2012

Bajo un árbol de taparas IX

Maracaibo está refrigerada. Ni los aires del Lago de Venezuela logran poner coto al bochorno ni límite a la estrella que está al centro de nuestro sistema, esa misma que acompaña sus apelativos, pues para sus habitantes la suya es “la ciudad del Sol amada”. ¡Hay amores que matan!, diríamos por aquí, acostumbrados a humores más temperados, más cálidos, gracias a la Corriente del Golfo, a las aguas del Atlántico, a la situación más al norte o a la protección del arco de las Antillas Menores, que hacen de Cuba un país de temperaturas amables; aunque por estos días necesitemos artefactos eléctricos que se desplacen con “bamboleo frenético”, como los que abundan por allá. Supondrán que estoy al final de mi estancia venezolana. Llegamos hasta el Zulia, Emilio Jorge Rodríguez – especialista en literatura caribeña de reconocimiento internacional-, Daniel García – editor de engrosado palmarés- y yo. Si sumamos al calor, podría decirse que constituíamos una suerte de tres mosqueteros, que como saben eran cuatro. Las aventuras en los días en que participamos en la Feria Internacional de Libro (sede Maracaibo), en julio de 2012, no llegan ni siquiera a la de la joya real que había que devolver a París, cruzando el Estrecho de la Mancha y burlando a los espías del Cardenal Richelieu, pero si a alguna de las pedestres diversiones de los personajes creados por Alexandre Dumas. En el Centro Cultural Lía Bermúdez, sede de privilegio, todo estaba listo. Aquel es un lugar funcional, bien dispuesto, con una engañosa fachada neoclásica que esconde una estructura metálica, diseñada con buen gusto. Maracaibo, a diferencia de Caracas, es una urbe armoniosa, menos brutal en sus construcciones, equitativamente dispuesta, y con tanta solvencia y prosapia como la capital del país, pero quizás diseñada con mejor gusto; pero esa es harina de otro costal, peliaguda y discutible, que no me atreveré a demostrar aquí pues provocaré a los caraqueños, que ya sabemos son gente extensa e intensa en sus pasiones. El Gobierno Bolivariano apuesta fuerte por la Cultura. No sólo en las Librerías del Sur o en los puestos de venta de entidades estatales uno pudo encontrar en la FIL libros que van desde un precio muy por debajo de su costo de producción hasta los importados según la tasa de cambio oficial del dólar, que hace que su valor de venta sea asequible o muy por debajo de lo que costarían en otros sitios. Textos académicos o de entretenimiento de factura europea o latinoamericana podían ser adquiridos, y de hecho se vendían. Una multitud deambulaba por los amplios pasillos buscando lo más cercano a su afición, posibilidades o necesidad. Área lúdica y de actividades para niños, programación artística local y programa académico completaban la estrategia de promoción a la lectura de la feria. Pues este evento no es una trampa para atrapar compradores de libros o lectores ingenuos sino un instrumento para el disfrute y el crecimiento popular. Quizás para buscar estrategias de promoción continental, dentro de MERCOSUR o del ALBA, se podría pensar en convertir la FIL, en todas sus sedes, también como un espacio de negociación de derechos de autor, de coedición, de distribución, de intercambio. De lo contrario, ¿cómo un cubano, un chileno, un ecuatoriano, un costarricense o cualquier persona del mundo que lea en castellano podrá disfrutar, por ejemplo, de Sin decí una garra´e mentira (cuentos orales) donde se goza parte de la sabiduría de José Humberto Castillo, El Caimán de Sanare, quien fuera uno de los Dueños de la Palabra de Nuestra América? Hay que pensar en un mercado solidario y común del libro, en un sistema de compensación intelectual y de la estructuración de una industria cultural complementaria de alcance tercermundista, y Venezuela puede ser la puerta y el motor. Tiene potencial, vocación y tradición. Cuando uno revisa las colecciones de la Editorial Monte Ávila - es sólo un ejemplo- se puede encontrar de lo mejor y más avanzado del pensamiento internacional, o cuando se estudia la Fundación Biblioteca Ayacucho, fundamentalmente histórica; usted presiente que si esas aguas son derramadas e inundan “otro gallo va a cantar” en el espacio de la construcción de un nuevo modelo civilizatorio. Sólo hay que abrir las compuertas. Pongamos un ejemplo, la Editorial Tablas-Alarcos de Cuba inauguró hace cuatro años la Colección Oralia, dedicada a Teoría de la Oralidad y la Narración oral contemporánea, y cuenta ya con cuatro libros en fase de artes finales y otros tantos en preparación, pues sus autores cedieron sus derechos a favor de un proyecto educativo, sin fines de lucro, pero no encuentra presupuesto para la impresión o hay problemas con la existencia de papel o capacidades en las imprentas cubanas. Solo un único texto puede ser hojeado, saboreado: Celebración del Lenguaje de Adolfo Colombres, un verdadero clásico, dicho sea de paso y con justicia. ¿Qué tal si Tablas pasa los libros al CENAL y este los imprime en alguna de las editoriales de su sistema, y luego los distribuye por el mundo mediante la venta o el trueque de libros por otros libros?, ¿qué tal si contribuimos a crear conciencia sobre las artes de la palabra viva, como patrimonio de nuestros pueblos, a través de textos que contribuyan a completar el proceso de alfabetización con un sistema de oralización? No nos cansamos de repetir que no basta con enseñar a leer y a escribir sino aprendemos a valorar y construir nuestros propios relatos orales. Decimos por estos lados que “una mano lava la otra y las dos lavan la cara”; entonces ¿por qué no imprimir libros como si fuéramos parte de una cooperativa, sólo que está de carácter latinoamericano y caribeño? De paso estaríamos haciendo un aporte teórico-practico al cooperativismo como forma de socialización del capital y como estructura liberadora. Nos saldríamos de los mecanismos deshumanizadores del mercado y los sustituiríamos por la instauración de un sistema de intercambios según la capacidad y la necesidad de cada cual, que tenga en cuenta las asimetrías y desigualdades, las fortalezas y las debilidades colectivas. Soñar no cuesta, en ejercer este poder y cambiar nos va la vida. Parece justo establecer sistemas para intercambiar bienes materiales y servicios, pero es hora ya de hacer lo mismo con los patrimonios intangibles, con los imaginarios, con lo simbólico, con lo que no se ve pero que está ahí y nos hizo humanos, al igual que el andar bípedo, la ingestión de proteínas animales, el uso de herramientas, la agricultura, y las tecnologías. Volviendo a la FIL, quizás el programa teórico se vio afectado, en su mayoría, por una asistencia discreta o nula. Y esto se debió, en primer lugar, a una estrategia equivocada de promoción, pero fundamentalmente por el ninguneo de las autoridades locales al evento, cosa que impidió que la información llegara de manera efectiva y oportuna hasta colegios, institutos, universidades, casas de cultura, proyectos comunitarios que allí tienen su sede y prestigio. Una gobernación opositora debería de administrar y colegiar con todos, y para todos, y no sólo poner énfasis en trabar o frenar lo positivo que viene del otro extremo del espectro solo porque la iniciativa no la tomaron primero ellos. Hay ejemplos en ese país de convivencia civilizada; este mismo año, la presidenta del CENAL y de la Fundación Librerías del Sur, Cristian Valle, fue hasta la instalación y visitó la Feria del Libro del Municipio Baruta, en el Estado Miranda, bastión de Primero Justicia, partido en las antípodas del chavismo o hay cooperación entre ese organismo y el Banco del Libro, que es una institución de carácter privado pero que trabaja a favor de la lectura y de la infancia. Nunca vimos al gobernador zuliano sino en los pendones donde hace propaganda electoral, ni a nadie de su tren ejecutivo; incluso, el área pública, el boulevard que se encuentra al fondo del centro ferial, tuvo que ser adecentado por los trabajadores de Centro Nacional del Libro, venidos de Caracas y algunos de ellos con altos cargos ejecutivos, en compañía de agentes locales cercanos al proyecto bolivariano, con tal de no celebrar el acto de instalación entre la mugre. ¿Era tan difícil convertir a la Cultura en un espacio de concertación, dialogo y crecimiento? ¿Era imposible compartir proyectos de beneficio común? La oposición venezolana enfoca su meta y su propuesta en la caída, por cualquier vía, del presidente Hugo Chávez como paso previo a la restauración del antiguo régimen. El 7 de Octubre del 2012, y otras tantas ocasiones anteriores, deberían servir para que no siga tropezando con la misma piedra, que no es solo es roja, ni única, sino que se expresa fundamentalmente en su incapacidad selectiva de “leer y pensar” el nuevo país que se ha levantado y está, imbatible e incontestable, frente a su nariz. Y esas son rocas de todos los tamaños: la clase media resucitó y está actuando, la anarquía y la apatía política se transformó en conciencia política participativa y organizada; aumentaron los espacios comunitarios y solidarios; el chovinismo, que disfrazaba cierto complejo de inferioridad, fue sustituido por una venezolanismo insertado en un proyecto de carácter global; el país comenzó a ser un referente en el plano de las ideas y en el diseño táctico-estratégico tendente a crear un nuevo modelo de relación entre estados y pueblos, dejando atrás su condición de país-petróleo perteneciente al traspatio norteamericano, etc. Si hoy algo orbita en Venezuela son sus satélites, tecnología diseñada en común con los chinos, y que quiebra uno de los ejes centrales del poder imperial basado en la concentración de las fuentes de la información y del conocimiento. Francisco Áreas Cárdenas, compañero del presidente, y uno de los firmantes del juramente del Samán de Güere, hoy candidato por el PSUV a gobernador zuliano, estuvo presente en la Feria del Libro, acompañó a Carmen Bohórquez, a Theotonio Dos Santos, a los participantes, y seguramente saludaría a Luis Brito García, el escritor venezolano, al que dedicaban el capítulo marabino de la feria. El candidato chavista marcaba la diferencia y daba una clara señal de que, de ser electo, la autonomía estadual iba a ejercerse en estrecha coordinación y colaboración con el poder central, sinergia que beneficiará, en primer lugar, a los zulianos de a pie; pues al ser centralizada y estatal la industria petrolera, la gobernación actual, por muy a la derecha que se encuentre, no puede meter mano directamente a la renta petrolera sino que debe esperar por el “situado presidencial”. Desde siempre había deseado ir hasta Maracaibo, entre otras cosas por mi cercanía con la Chinita. Nuestra Señora de Chiquinquirá, la patrona, celebra su fiesta el día 18 de noviembre, y justo ese día, pero en 1963, a las seis y treinta de la mañana, fue extraído, que no parido, a través de una operación cesárea en los salones de la antigua Clínica Agramonte, centro mutualista de prestigio en Camagüey, que se convirtiera luego en hospital militar, donde estudié mis años más felices junto al Dr. Antonio Soto Vázquez, hombre sabio y bueno como pocos, al que sus alumnos, en secreto, le decíamos Ñico, pues así lo llamaba su familia, y nos sentíamos sus hijos, putativos pero hijos a fin de cuentas. Cristian Valle, Betty Tovar, Carlos Duque y todo el equipo del CENAL atendió cada detalle, y lo que vimos y gozamos fue una fiesta, y de eso se trató, de celebrar, de disfrutar, no de sufrir al libro, ese objeto bello y palpable que se irá transformando, pero que no dejará de existir. Los apocalípticos y los agoreros que anuncian la muerte del libro deberían saber que hasta nosotros, sus devotos más fieles, los que llegamos al extremo de olerlo, acariciarlo, de dormir con él, estamos disfrutando ya de la lectura en soporte electrónico, cuyas ventajas no se reducen a la posibilidad de cargar en un bolsillo el equivalente a la Biblioteca de Alejandría. Los organizadores de la FIL, en sus diferentes sedes, deberían ir trazando estrategias para estimular el consumo de libros electrónicos y su oferta en los eventos de promoción de la lectura, fundamentalmente contribuyendo a la circulación de libros libres, de modo que se pueda establecer para adolescentes, jóvenes y toda la población un sistema similar al empleado con las laptop Canaimita, que hoy solamente cubren a los alumnos de la educación elemental y sus familias. Disfruté la FIL, la estancia y las comidas con Emilio Jorge y Daniel García, los patacones y la conversada con Ariel Silva, de la Fundación Mario Benedetti, invitados por Cristian Valle, junto aquel lago que parece mar, y que pudiera ser un hermoso símbolo de lo porvenir, si sabemos y entendemos, de una vez y por todas, que los libros, tanto como el corazón y la cabeza humana, aunque parezcan no tener límites, lo tienen, y que es responsabilidad de cada uno y de todos los hombres y gobiernos horadar sus orillas para hacerlos más extensos, más intensos, más profundos.

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