domingo, 24 de abril de 2011

Misa del Abandonado

Música: Augusto Blanca

Letra: Jesús Lozada



Para Chiara Lubisch

Canto de Entrada


Veni, creator Spiritus


Ven, Hacedor, visítanos.

Tuyos somos.

Ven.

¿Aún nos amas?

¿Aún escuchas el grito?

¿Puedes oírnos?

La noche llega

y el alba no parece.

Ven

Nada somos.

Ven,

Don de Dios, el altísimo,

Origen,

Ágape,

Yesca,

Óleo santo,

Varón de dolores,

¡Ven!


Haz que el corazón arda,

los sentidos se inflamen,

y la cárcel del cuerpo

se goce en tu fuerza.

¡Ven!

Echa fuera al maligno.

Danos la paz, ahora

Tómanos,

y el mal huirá derrotado.

¡Ven!

Tú nos llevarás al Padre,

por ti conoceremos al Hijo,

al Esposo Abandonado.

Ven Espíritu de la Verdad

¡qué en ti esté

nuestra esperanza,

qué seas para siempre

roca de salvación !

Amén.


Kirie Eleison


Hijo del Hombre,

ten piedad.

Buen Pastor,

ten piedad.

Tú, el Elegido,

ten piedad.


Nada soy,

nada sino en tus manos.

Nada soy.

Hijo del Hombre,

ten piedad.

Buen Pastor,

ten piedad.

Tú, el Elegido,

ten piedad.

Mis palabras, mis obras,

mis silencios,

ya son nada.

Nada soy.

Hijo del Hombre,

ten piedad.

Buen Pastor,

ten piedad.

Tú, el Elegido,

ten piedad.

Libre en tu sangre,

vivo en tu cuerpo,

santo en tu imagen.

Todo soy.


Gloria


Gloria al Padre Creador,

Gloria a Jesús, el Señor,

Gloria al Espíritu Santo.

La multitud de lumbreras,

la hierba del campo,

el cordero y el cabrito,

el león y la tarántula,

el polvo de los caminos,

el bramido de la mar,

el abismo y la montaña,

la fuente que corre y salta,

proclaman:

Gloria al Padre Creador,

Gloria a Jesús, el Señor,

Gloria al Espíritu Santo.

El viejo en su soledad,

el pobre que peregrina,

el joven que muere y canta,

la madre y el crío en brazos,

el célibe que se ofrece,

el padre que acopia y crece,

el que cree y el que duda,

el que no sabe esperar,

proclaman:

Gloria al Padre Creador,

Gloria a Jesús, el Señor,

Gloria al Espíritu Santo.

El poema y la escultura,

la esquina de los encuentros,

las pasiones, los relatos,

la danza y los instrumentos,

la música y la fiesta,

el pesebre y los tratados,

los dramas y el cine mudo,

la historia que hay que contar,

proclaman:

Gloria al Padre Creador,

Gloria a Jesús, el Señor,

Gloria al Espíritu Santo.

Todo grita,

todo clama,

todo llama a su Señor:

Gloria al Padre Creador,

Gloria a Jesús, el Señor,

Gloria al Espíritu Santo.


Aleluia


¡ Aleluya!

Es tu palabra mi fuerza,

es tu grito mi verdad.

¡Aleluya!

Jesús,

habla por mí,

hazlo por mí.

¡Aleluya!

Cristo,

habla por mí,

hazlo por mí,

¡ Aleluya!

Nazareno,

grita por mi,

hazlo por mi,

habla por mi.

¡ Aleluya!


Credo


Escucha pueblo santo,

Casa del Rey,

escucha,

estirpe de profetas,

sacerdotes,

escúchenme:

Creo en Yahvé,

sólo en Yahvé,

porque no hay otro Dios.

Creo en Jesús,

sólo en Jesús, el Señor,

creo en Él,

sólo en Él,

Dios y hombre verdadero,

abandonado en la Cruz.

Creo en Él,

creo en su grito,

creo en su resurrección.

Creo en Jesús Salvador.

Creo en Cristo,

creo en Él,

que es mi Dios.

Creo en el Espíritu Santo,

sólo en Él que aleteó,

sólo en Él que estará.

Creo en Él,

Dios que brota,

Dios que nace del Amor.

Creo.

¡Creo en la Trinidad!

Creo en la Iglesia que es una,

carne en su carne,

sangre en su sangre,

cuerpo en su cuerpo.

Creo en el agua de Dios,

que me lava,

que me limpia,

que me hace fuerte en Él.

Creo en la resurrección.

y creo en lo que vendrá.

Escucha pueblo santo,

Casa del Rey,

escucha,

estirpe de profetas,

sacerdotes,

escúchenme:

Creo

que creo por Ti,

gracias a Ti.

Creo en Ti.


Ofertorio


Te ofrezco un país,

mi país,

todo el país.

Te ofrezco el agua,

el arroyo y el mar,

toda el agua.

Te ofrezco el archipiélago,

las islas,

todas ellas.

Me ofrezco.

Te ofrezco.

Mira, Jesús,

como vengo hasta ti,

mira mis manos,

mi cansancio y mi ser.

Mírame tú,

que me amaste,

desde siempre y por siempre,

mírame.

La tarde está cayendo

y no tengo quién me explique

una palabra,

la Palabra,

y no entiendo

cómo el pan

puede ser pan y algo más,

y ya no entiendo

cómo el vino

es el vino y algo más.

Sólo sé cuando hablas,

sólo sé cuando en tus ojos,

ya míos,

la luz se va descubriendo.

Sólo sé en ti.

Mira, Jesús,

lo que vengo a ofrecer.

Mira

como te ofrezco.

Te ofrezco un país,

mi país,

todo el país.

Te ofrezco el agua,

el arroyo y el mar,

toda el agua.

Te ofrezco el archipiélago,

las islas,

todas ellas.

Me ofrezco.

Te ofrezco.


Sanctus


Santo, Santo, Santo,

Santo es el Señor.

Santo

en las alturas,

Santo en la tierra,

en el abismo,

Santo.

Lleno de gracia el que viene,

pleno de Amor el que va.

Santo,

Santo es.

¡ Hosanna!

¡Bendito!

Santo, Santo, Santo,

Santo es el Señor.

Santo es.


Amén solemnísimo


Agnus Dei


Cordero de Dios,

¡Paz y Piedad!

Caña al viento,

¡Paz y Piedad!

Siervo sufriente,

¡Paz y Piedad!

Cristo que clama,

Cristo que llama,

Cristo que grita,

¡ten piedad,

soy un pecador,

ten piedad

y dame de tu paz,

la Paz!

Cordero de Dios,

¡Paz y Piedad!

Caña al viento,

¡Paz y Piedad!

Siervo sufriente,

¡Paz y Piedad!


Canto de Comunión


Cantares


Esposa:

Dame un cuerpo,

amado mío,

uno para obedecer.

¡Me hundo ¡

La noche arde,

se desbarranca en mí.

¡Me muero!

Dame un cuerpo,

tu cuerpo.

¿ No ves como me pierdo

y no soy?

¿No sientes como me apago,

no contemplas que en mis prados

la hierba enmudece,

el agua no canta más?

¿No tienes ojos par ver,

dónde tus oídos?

Oh, Dios,

mi Dios,

Amado mío,

te fui fiel hasta en la duda,

en el silencio perseveré,

y ahora te llamo,

más no respondes.

Dame un cuerpo,

amado mío,

uno para obedecer.

Dame un pequeño cuerpo.

¿Es mucho pedir un cuerpo,

tu cuerpo?

Esposo:

Toma mi carne,

esposa mía,

toma el costado y el agua,

la lanza y los espinos,

toma los quebrantos,

la saliva y la muerte.

Toma la sangre que corre

como manantial del cuervo,

toma mi sangre,

las lagrimas y la voz.

Toma tú,

mi grito

¡Toma el grito!

¡Tómalo todo!

Nada tengo,

nada doy,

sólo mi grito.

No lo olvides.

¡Eli, Elí, lemá sabactaní!

Esposa:

¿Dime qué se hace con un grito,

qué con el lamento del que va morir?

¿Dime a quien podré salvar?

¿Dime si sirve,

al menos, para ir

hasta las aguas de Siloé

y que los ciegos vean,

los mudos hablen

y los paralíticos

carguen sus camillas?

¿Dime si podré,

con un grito

resucitar a mis amigos muertos,

dime si podré hacerlo,

con el lamento

del que va a morir?

¿Dímelo, por favor?

No tardes.

Esposo:

Dices bien,

un grito,

el aullido,

el dolor del que va a morir,

de nada sirve.

Dices bien.

Es inútil que clame

pues yo sé que nadie

mirará con piedad,

nadie entenderá jamás

por qué

estoy colgando de un madero.

Ya se que soy

escandaloso y necio.

Yo lo sé,

lo se de cierto.

Más tú olvidas

que es Dios quien grita,

que es Dios a quien abandonan

y se abandona.

Olvidas,

tú lo olvidas todo.

Tan fácilmente el hombre olvida.

Y hacen bien.

Y haces bien.

Cuando no tengas memoria de mí,

cuando seas sólo polvo

en mí,

sabrás por qué estoy,

que soy,

sabrás que grito,

clamo,

me lamento y me duele,

me duele hasta la luz.

Cuando seas polvo en mí

descubrirás también

como Dios se recompone,

como regresa,

como todo es nuevo,

hasta el dolor,

nuevo.

Esposa:

Dame un cuerpo,

amado mío,

uno para obedecer.

Dame un pequeño cuerpo.

¿Es mucho pedir

un cuerpo, tu cuerpo?

¡Eli, Elí! ¿lemá sabactaní?

Esposo:

¡Toma el grito!

¡Tómalo todo!

Nada tengo, nada doy,

sólo mi grito. Un grito.

No lo olvides.

Un grito, el grito.

¡Eli, Elí! ¿lemá sabactaní?


Meditatio


María de la Soledad


Me llamaste feliz,

más yo nunca he sabido por qué.

Las muchachas al verme pasar

gritaban ¡dichosa!,

los cedros del Líbano se doblaban,

los peces del mar de Galilea

saltaban de gozo,

la paloma y el cuervo

me proclamaban bienaventurada,

más yo nunca he sabido por qué.

Feliz,

¿qué significa ser feliz?

¿qué para ti?

Quizás,

al principio,

cuando él jugaba bajo el olivo

o cuando José puso en sus manos

las herramientas del carpintero,

quizás yo fui feliz,

por esa vez.

Quizás

cuando el vino brotaba en Canaán,

cuando bailamos juntos,

o cuando él regresó del desierto,

quizás yo fui feliz,

por esa vez.

Quizás

cuando en el Jordán

su primo lo empapaba

y Tú sonreías,

quizás yo fui feliz,

por esa vez.

Quizás

cuando vi huir al pecado,

a la enfermedad y a la muerte,

quizás,

cuando él les miraba,

vencedor, a los ojos,

quizás entonces fui feliz,

por esa vez.

Pero de eso hace ya tanto,

que no puedo recordar

qué cosa es la felicidad.

Una madre no puede recordar

si su hijo está muriendo.

No puede.

¿Qué significa ser feliz?

¿Qué para ti?

¡Elí, Elí!

¿Qué significa ser feliz?

¿Qué para ti?

El grita en la cruz y yo espero,

espero respondas:

¿qué significa la felicidad?,

¿qué para ti?.

Yo espero,

aún espero.

Contra todo pronóstico

espero.

Espero por ti

y grito,

¿por qué?

¿por qué lo has abandonado?

¿por qué?,

¿por qué me has abandonado?,

¿qué significa ser feliz?

¿qué para ti?

En tu silencio,

yo espero,

Elí, Elí,

yo espero,

espero por ti.

No lo olvides.

Yo esperaré,

aquí.


Envío


Himno de la Ascensión


¡Alabanza, Alabanza!

Para ti el honor y la gloria,

el poder y la paz.

Para ti las manos,

mis manos,

tuyas en la eternidad.

Yahvé,

un día olvidaré mi rostro,

las caras que amé,

lo que perdí,

lo que gané,

lo que me diste.

Olvidaré

el agua, los peces,

las costas y el arrecife,

olvidaré la manigua,

las palmas y el sol,

olvidaré la ceiba

y el olor de las guayabas.

Olvidaré.

Lo olvidaré todo,

menos tus nombres.

Tú nombre.

¡Alabanza, Alabanza!

Para ti el honor y la gloria,

el poder y la paz.

Para ti las manos,

mis manos,

tuyas en la eternidad.

Jesucristo,

memoria de mi,

podría olvidar que una vez

yo subí hasta el monte

y encontré tu rostro,

podría olvidar,

tal vez ignorar

tu raíz en mi raíz,

podría la cruz,

podría tal vez negar la cruz,

la tuya,

olvidarme del grito,

tu grito.

Podría, tal vez,

no querer habitar,

habitarme.

Más no puedo, no quiero,

no alcanzo a olvidarme de ti,

de tu nombre en mi nombre:

¡ Jesús es Señor, El Señor!

¡Alabanza, Alabanza!

Para ti el honor y la gloria,

el poder y la paz.

Para ti las manos,

mis manos,

tuyas en la eternidad.

Cuando no me alcance la memoria,

ni el recuerdo de mi padecer,

cuando no me nazcan

la alegría y las ganas,

cuando el mar sólo sea

un gigante que se traga la luz,

cuando ignore al camino,

cuando sienta que todo

está por acabar,

cuando crea que no vale la pena,

que he sido nada más

que un puñado del polvo

flotando en el rectángulo de una plaza,

cuando me falte tu nombre,

él Nombre,

y los rostros del Amor,

cuando ya no sepa decir gracias,

dilo por mí,

Espíritu y Fuego de Dios,

Dilo por mí.

Yo se que estarás.

Dilo por mí.

Habla por mí.

Vive en mí.

¡Alabanza, Alabanza!

Para ti el honor y la gloria,

el poder y la paz.

Para ti las manos,

mis manos,

tuyas en la eternidad.