lunes, 11 de octubre de 2010

Grecia me hiere IV: Una aproximación a la Poesía Neohelénica



Athos Dimulás (1921-1985)

KAVAFIS

La imaginación, la imaginación libre,

no tiene gracia.

No simpatizo con ella.

Sólo es útil para soñar.

Más hay otra imaginación yo adoro,

es la que se esfuerza

por devolverle la vida al pasado

y se sostiene en la memoria.

Ya sé, ya sé que va y viene, es inconexa.

Pero yo amo la imaginación que crea alrededor suyo

un conjunto armonioso,

y lo hace con orden, con cautela, con medidas.

Amo, ante todo,

el color de las ruinas,

lo que siento ante los hechos inciertos,

los que aparecen sosteniendo sus poemas.

Aprecio esa dificultad.

Amo la imaginación que me posee,

que me arrastra,

que me lleva a rondar los mayores obstáculos,

pero sobre todo amo

la que es útil – mucho-

para mi arte.


Eleni Vakaló (1921)

DE CÓMO UN HOMBRE SE VOLVIÓ MALO

Les cuento como ocurrieron los hechos.

Este es el orden.

Un hombre bueno, un pequeño y buen hombre, se encontró en su camino a otro hombre, pero este estaba golpeado, y mucho.

Yacía no muy lejos y sintió lástima por él.

Tanta era la lástima,

que le dio miedo.

Antes de levantar al herido del suelo, el hombrecito lo pensó mejor:

- ¿Por qué tienes que meterte donde nadie te ha llamado?

Entre tanta gente que pasa por aquí siempre aparecerá alguien que quiera socorrer a un menesteroso.

- Lo mejor será fingir que nunca lo visto.

Como estaba muy asustado pudo reflexionar de este modo:

- ¿Este tipo no será culpable de algo? ¿A quién le darían tantos golpes sin razón?

¡Bien hecho, nadie debería pretender burlarse del gobierno!

Entonces el hombrecito bueno comenzó a golpear con saña al herido.

Así comienza el cuento,

tengan ustedes muy buenos días.


Manolis Anagnostakis (1925)

EPÍLOGO

Podrían ser estos

los últimos versos que se escriban.

Los poetas del futuro están muertos,

sus cantos son pájaros

que habitan otro cielo

donde el sol que alumbra

no les pertenece.

Convertidos en ríos salvajes

caminan hacía el mar

sin que puedas distinguir sus aguas.

De sus tristes canciones

nació un loto

y de esa fuerza brotaremos nosotros,

más jóvenes.


Nikos Focás (1927)

EL MONTE HIMETO

Solo un hombre no es nada, no existe,

deberías ser muchos, juntos,

apiñados,

igual a los cobardes;

seríamos una clase,

o mejor

una generación,

poseeríamos un lugar.

Ese monte que está vivo,

ese es el lugar,

el Himetos.

( Vivo a pesar de las muchas heridas).

Uno de nosotros se murió durante la Guerra Civil,

de pronto su historia concluyó,

se convirtió en un ataúd,

un sarcófago que podemos abrir.

El era parte de nosotros

sin embargo nuestra vida continúa sin él.

Estamos envenenados, sin él,

pero logramos superarlo.

Otro murió de cáncer,

era comerciante

y participaba en subastas públicas.

Con el tiempo poseyó

dinero nietos altos cargos

y una barriga colosal.

No fue menos que el primero,

ahora es igual a un muerto

en el campo de batalla.

Un tercero, de un salto,

se suicidó.

Al igual que los dos anteriores,

pero de manera diferente,

logró escaparse

del cuadrado que es la vida.

Preciso es que guardemos memoria de él,

a pesar de que fue un suicida sin importancia.

No fue como los otros,

ellos salvaron el honor de la humanidad.

Ahora somos menos

pero el monte Himetos

siempre marca los límites de este lugar.

Vivo en medio de la muerte

avanza.

Al Himetos lo llevamos dentro

mientras,

quebrados y sin consuelo,

caminamos

para reconstruir nuestra generación

en el cielo.


Nikos Karuzos (1926-1990)

BREVE

Estoy cantando

para los que vinieron antes

para los saqueados

soy el perro que guarda las estrellas

mi ojos las alcanzan

mis manos escarban en el fango.


De Kikí Dimulás (1931)

FOTOGRAFÍA 1948

Alguna vez en mi vida

hubo un jardín.

Es curioso.

Llevo una flor.

En la otra mano

está una piedra.

La llevo, eso si,

con divinidad y cierto garbo.

Nada denota los cambios

que vendrán,

gozo aún con mis armas.

Alguna vez en mi vida

fui ignorante

o lo parece.

Sonrío,

más esa sonrisa,

o mejor,

la disposición de esa sonrisa,

es un arco tenso,

listo.

Alguna vez en mi vida

hubo un blanco al que disparar

y también

hubo cierta propensión a la victoria

o lo parece.

Miro como si contemplara

al pecado original,

estoy gozando mientras espero

al fruto prohibido.

Alguna vez en mi vida

hubo fe

o lo parece.

Mi sobra es juego del sol

más está vestida como si vacilara.

No alcanzo a distinguir si mi sombra

es cómplice o delatora.

Alguna vez en mi vida

hubo suficiencia

o lo parece.

Tú no apareces.

Sin embargo,

como detrás hay un abismo en el paisaje,

y yo estoy de pie junto a él,

sosteniendo una flor,

sonriendo,

significa que ya estabas por llegar.

Alguna vez en mi vida

hubo vida

o lo parece.


Tasos Denegris (1934)

ISLA DE EGINA

Es invierno y afuera hace mucho frío.

Los árboles de pistacho,

que están en la hacienda,

se han marchitado,

más dentro de la casa

el fuego canta en la chimenea.

Es el instrumento de viento

que nos recuerda al universo.


Katerina Anguelaki-Rooke (1939)

DICE PENÉLOPE

And your absence teaches me what art coul not.

Daniel Weissbort

No preparaba el telar, no tejía,

yo sólo dibujaba un trazo sobre el papel

y luego lo borraba,

es que las palabras pesan

y no la dejan a una escribir

en medio de tanto dolor,

así es imposible,

la frase exacta no brotará nunca

si él la sujeta al fondo,

a lo recóndito.

Mientras la ausencia sea el tema de mi vida,

- la de ella, la de la vida misma-

no podré escribir

sólo aparecerá el llanto

y la agonía de un cuerpo devastado.

Elimino, rompo,

ahogo el grito,

“¿dónde estás,

esta primavera no es como las otras,

dónde estás?”.

Yo vuelvo a tejer cada mañana

con los pájaros nuevos

y las sábanas secándose al sol.

Tú no estarás aquí,

ya nunca más,

no volverás a regar las flores

y en los días de aguaceros torrenciales

los cielorrasos seguirán goteando

y yo seguiré

diluyéndome dentro de ti,

como en otoño,

tranquilamente …

Tu corazón

-que es singular y justo,

porque lo elegí-

estará siempre en otra parte

y yo tendré, con las palabras,

que cortar las cuerdas que me atan

al hombre por el que siento nostalgia,

hasta que tú, Odiseo,

encarnes la Nostalgia,

y te la lleves a navegar

dentro de la cabeza de cada ser humano.

Me olvido de ti todos los días,

ardorosamente olvido,

y sigo esperando

a vengas a purificarte

de los pecados de la dulzura y de los bálsamos,

esperando a que entres inmaculado en la gloria.

Es un trabajo difícil y sin gracia.

A cambio de todo este dolor

me será dado comprender

qué es la presencia

y qué la ausencia del hombre

o cuáles son los mecanismos

por los que un ser humano,

que ha vivido durante mucho tiempo solo,

no logra detener el futuro.

El cuerpo

cada día resucita,

se tiende y se levanta,

-como si lo podaran-,

algunas veces está enfermo,

otras enamorado,

pero siempre espera

que aquello que pierde,

y ya no puede tocar,

algún día regrese

convertido en perfume.


Yannis Kontós (1943)

ACUÑARÉ UNA MONEDA ANTIGUA

Acuñaré una moneda con tu rostro

parecerá vieja

tanto

que los arqueólogos

buscarán tu nombre en las cronologías

en las dinastías

en todo lo demás.

La tierra y el azufre

borrarán toda huella,

sólo uno de tus ojos

les recordará a un tiempo que se fue.

Para entonces yo no estaré

y ya nadie podrá explicarles.

Tú permanecerás en las vitrinas,

y serás

sólo un grito de metal

sin respuesta.


Nasos Vagenas (1945)

ODAS BÁRBARAS

XIV

Pensar significa

que pienso en la muerte

cuando apenas los árboles

pronuncian una palabra

¡abril!

¿Todavía puedo amar a algo

que antes no hubiese amado?

En esta tarde

de colores vanales,

pero que sin embargo no mueren,

estoy buscando una frase

que hago juego con ella,

más todo se acaba

en ese absurdo naranja

que oculta el negro

que oculta la nada.

En esta tarde,

de vez en cuando pienso,

pienso en las palabras

polvo, oscuridad, estalactita,

trampa, hielo, destino.


HAIKÚ

Todos los pájaros de esta ciudad

se fueron

sabe dios a dónde

pero se fueron

El cielo se quedó sin nadie

a sus pies

árboles yermos

bajo ellos

obscuras motocicletas.


Athiná Papadaki (1945)

TÁLAMO NUPCIAL

El tálamo nupcial estaba cubierto

por una manta tejida por la abuela.

Para que yo tuviera un hijo

colocamos sobre ella un varón,

además lanzamos al aire monedas, confetis, arroz.

Aquella fue una ceremonia de hilo

que como un animal agazapado

fue regresando a la noche,

fue regresando a la sangre.


EN LOS ARMARIOS DE LA COCINA

1

Estas evidencias,

fabricadas con los hilos del amor,

estos manteles, estas servilletas

que acarician la mesa o las rodillas

¿no son acaso las que me hacen polvo?

2

Las vasijas quizás un día

nos enseñen

la luz que brota desde su interior,

luz de barro o de vidrio.

Ellas permanecerán

diciéndole poemas

a las manos de mi madre.

Las inmensas colinas

mirarán sorprendidas

este acto de purificación.


María Lainá (1947)

TAL VEZ SEA LA MUERTE

Tal vez sea la muerte

una manzana

un llanto pequeñito y sin gracia

un pavo real paseando por el cuarto.

Tal vez sea,

pero esta muerte no,

no esta.


Dimitris Kalokýris (1948)

EL MUELLE

Reflexionando

trepa el muro,

asciende,

mientras la enredadera,

que huele a brea y a herrumbre,

lo va poseyendo.

El agua atraviesa la cal del Egeo.

Con el viento

una mujer envuelve su cuerpo

para después correr hacia los barcos.

La noche ata la desesperanza.

En medio de las interferencias,

saltando las emisoras clandestinas,

los cortes que nadie espera,

él llega,

desde lejos,

llega con la voz ronca y deformada

por el aceite de las lámparas,

llega hasta el aparato receptor

que busca el aire

en algún sitio

en las laderas de las Vía Láctea,

atraído por la pasión

venciendo la muerta,

como quien se ofrece

sobre los luminosos clavos de la historia,

llega

el poeta

Konstantino Kavafis.


Yenny Mastoraky (1949)

ESTE SUILENCIO AL QUE ENTREGUÉ LA VIDA

Este silencio

al que le entregué la vida

dentro de las cuatro paredes de mi alma

tarde o temprano

se convertiría en canción.

Profunda y oscura

silenciosa

como el agua

como el bolsillo del delantal de mi madre.

Que ella entregue a cada uno

lo que a cada uno le pertenece

que se desparrame como el alto mensaje de las grúas

en calles

en plazas

en urinarios públicos

en las salas de espera de los trenes.

Canción como la misa del Domingo de Ramos

canción del pan y del agua

canción de los hombres

canción mía.


Adonis Fostiéris (1953)

LA REFLEXIÓN PERTENECE AL LUTO

Una vez más dejo el silencio de mi alma

para entrar y salir en las chillonas imprentas de la nada.

(Piedras de molino trituran las sílabas

de modo que no falte el poema nuestro de cada día)

Pan negro con harina negra

- ¿alguien se ha preguntado por qué las palabras impresas son negras?

¿que decidió el luto, qué raíz del hombre lo decidió?

¿qué instinto abofetea a los olorosos y jóvenes semióticos,

ellos que escandalosamente abandonan lo visible?

Fingiendo emociones he llegado a ser sensible.

Ahora

con qué manos amasarás el pan,

en este instante

cómo podrás terminar el poema.

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