Athos Dimulás (1921-1985)
KAVAFIS
La imaginación, la imaginación libre,
no tiene gracia.
No simpatizo con ella.
Sólo es útil para soñar.
Más hay otra imaginación yo adoro,
es la que se esfuerza
por devolverle la vida al pasado
y se sostiene en la memoria.
Ya sé, ya sé que va y viene, es inconexa.
Pero yo amo la imaginación que crea alrededor suyo
un conjunto armonioso,
y lo hace con orden, con cautela, con medidas.
Amo, ante todo,
el color de las ruinas,
lo que siento ante los hechos inciertos,
los que aparecen sosteniendo sus poemas.
Aprecio esa dificultad.
Amo la imaginación que me posee,
que me arrastra,
que me lleva a rondar los mayores obstáculos,
pero sobre todo amo
la que es útil – mucho-
para mi arte.
Eleni Vakaló (1921)
DE CÓMO UN HOMBRE SE VOLVIÓ MALO
Les cuento como ocurrieron los hechos.
Este es el orden.
Un hombre bueno, un pequeño y buen hombre, se encontró en su camino a otro hombre, pero este estaba golpeado, y mucho.
Yacía no muy lejos y sintió lástima por él.
Tanta era la lástima,
que le dio miedo.
Antes de levantar al herido del suelo, el hombrecito lo pensó mejor:
- ¿Por qué tienes que meterte donde nadie te ha llamado?
Entre tanta gente que pasa por aquí siempre aparecerá alguien que quiera socorrer a un menesteroso.
- Lo mejor será fingir que nunca lo visto.
Como estaba muy asustado pudo reflexionar de este modo:
- ¿Este tipo no será culpable de algo? ¿A quién le darían tantos golpes sin razón?
¡Bien hecho, nadie debería pretender burlarse del gobierno!
Entonces el hombrecito bueno comenzó a golpear con saña al herido.
Así comienza el cuento,
tengan ustedes muy buenos días.
Manolis Anagnostakis (1925)
EPÍLOGO
Podrían ser estos
los últimos versos que se escriban.
Los poetas del futuro están muertos,
sus cantos son pájaros
que habitan otro cielo
donde el sol que alumbra
no les pertenece.
Convertidos en ríos salvajes
caminan hacía el mar
sin que puedas distinguir sus aguas.
De sus tristes canciones
nació un loto
y de esa fuerza brotaremos nosotros,
más jóvenes.
Nikos Focás (1927)
EL MONTE HIMETO
Solo un hombre no es nada, no existe,
deberías ser muchos, juntos,
apiñados,
igual a los cobardes;
seríamos una clase,
o mejor
una generación,
poseeríamos un lugar.
Ese monte que está vivo,
ese es el lugar,
el Himetos.
( Vivo a pesar de las muchas heridas).
Uno de nosotros se murió durante la Guerra Civil,
de pronto su historia concluyó,
se convirtió en un ataúd,
un sarcófago que podemos abrir.
El era parte de nosotros
sin embargo nuestra vida continúa sin él.
Estamos envenenados, sin él,
pero logramos superarlo.
Otro murió de cáncer,
era comerciante
y participaba en subastas públicas.
Con el tiempo poseyó
dinero nietos altos cargos
y una barriga colosal.
No fue menos que el primero,
ahora es igual a un muerto
en el campo de batalla.
Un tercero, de un salto,
se suicidó.
Al igual que los dos anteriores,
pero de manera diferente,
logró escaparse
del cuadrado que es la vida.
Preciso es que guardemos memoria de él,
a pesar de que fue un suicida sin importancia.
No fue como los otros,
ellos salvaron el honor de la humanidad.
Ahora somos menos
pero el monte Himetos
siempre marca los límites de este lugar.
Vivo en medio de la muerte
avanza.
Al Himetos lo llevamos dentro
mientras,
quebrados y sin consuelo,
caminamos
para reconstruir nuestra generación
en el cielo.
Nikos Karuzos (1926-1990)
BREVE
Estoy cantando
para los que vinieron antes
para los saqueados
soy el perro que guarda las estrellas
mi ojos las alcanzan
mis manos escarban en el fango.
De Kikí Dimulás (1931)
FOTOGRAFÍA 1948
Alguna vez en mi vida
hubo un jardín.
Es curioso.
Llevo una flor.
En la otra mano
está una piedra.
La llevo, eso si,
con divinidad y cierto garbo.
Nada denota los cambios
que vendrán,
gozo aún con mis armas.
Alguna vez en mi vida
fui ignorante
o lo parece.
Sonrío,
más esa sonrisa,
o mejor,
la disposición de esa sonrisa,
es un arco tenso,
listo.
Alguna vez en mi vida
hubo un blanco al que disparar
y también
hubo cierta propensión a la victoria
o lo parece.
Miro como si contemplara
al pecado original,
estoy gozando mientras espero
al fruto prohibido.
Alguna vez en mi vida
hubo fe
o lo parece.
Mi sobra es juego del sol
más está vestida como si vacilara.
No alcanzo a distinguir si mi sombra
es cómplice o delatora.
Alguna vez en mi vida
hubo suficiencia
o lo parece.
Tú no apareces.
Sin embargo,
como detrás hay un abismo en el paisaje,
y yo estoy de pie junto a él,
sosteniendo una flor,
sonriendo,
significa que ya estabas por llegar.
Alguna vez en mi vida
hubo vida
o lo parece.
Tasos Denegris (1934)
ISLA DE EGINA
Es invierno y afuera hace mucho frío.
Los árboles de pistacho,
que están en la hacienda,
se han marchitado,
más dentro de la casa
el fuego canta en la chimenea.
Es el instrumento de viento
que nos recuerda al universo.
Katerina Anguelaki-Rooke (1939)
DICE PENÉLOPE
And your absence teaches me what art coul not.
Daniel Weissbort
No preparaba el telar, no tejía,
yo sólo dibujaba un trazo sobre el papel
y luego lo borraba,
es que las palabras pesan
y no la dejan a una escribir
en medio de tanto dolor,
así es imposible,
la frase exacta no brotará nunca
si él la sujeta al fondo,
a lo recóndito.
Mientras la ausencia sea el tema de mi vida,
- la de ella, la de la vida misma-
no podré escribir
sólo aparecerá el llanto
y la agonía de un cuerpo devastado.
Elimino, rompo,
ahogo el grito,
“¿dónde estás,
esta primavera no es como las otras,
dónde estás?”.
Yo vuelvo a tejer cada mañana
con los pájaros nuevos
y las sábanas secándose al sol.
Tú no estarás aquí,
ya nunca más,
no volverás a regar las flores
y en los días de aguaceros torrenciales
los cielorrasos seguirán goteando
y yo seguiré
diluyéndome dentro de ti,
como en otoño,
tranquilamente …
Tu corazón
-que es singular y justo,
porque lo elegí-
estará siempre en otra parte
y yo tendré, con las palabras,
que cortar las cuerdas que me atan
al hombre por el que siento nostalgia,
hasta que tú, Odiseo,
encarnes la Nostalgia,
y te la lleves a navegar
dentro de la cabeza de cada ser humano.
Me olvido de ti todos los días,
ardorosamente olvido,
y sigo esperando
a vengas a purificarte
de los pecados de la dulzura y de los bálsamos,
esperando a que entres inmaculado en la gloria.
Es un trabajo difícil y sin gracia.
A cambio de todo este dolor
me será dado comprender
qué es la presencia
y qué la ausencia del hombre
o cuáles son los mecanismos
por los que un ser humano,
que ha vivido durante mucho tiempo solo,
no logra detener el futuro.
El cuerpo
cada día resucita,
se tiende y se levanta,
-como si lo podaran-,
algunas veces está enfermo,
otras enamorado,
pero siempre espera
que aquello que pierde,
y ya no puede tocar,
algún día regrese
convertido en perfume.
Yannis Kontós (1943)
ACUÑARÉ UNA MONEDA ANTIGUA
Acuñaré una moneda con tu rostro
parecerá vieja
tanto
que los arqueólogos
buscarán tu nombre en las cronologías
en las dinastías
en todo lo demás.
La tierra y el azufre
borrarán toda huella,
sólo uno de tus ojos
les recordará a un tiempo que se fue.
Para entonces yo no estaré
y ya nadie podrá explicarles.
Tú permanecerás en las vitrinas,
y serás
sólo un grito de metal
sin respuesta.
Nasos Vagenas (1945)
ODAS BÁRBARAS
XIV
Pensar significa
que pienso en la muerte
cuando apenas los árboles
pronuncian una palabra
¡abril!
¿Todavía puedo amar a algo
que antes no hubiese amado?
En esta tarde
de colores vanales,
pero que sin embargo no mueren,
estoy buscando una frase
que hago juego con ella,
más todo se acaba
en ese absurdo naranja
que oculta el negro
que oculta la nada.
En esta tarde,
de vez en cuando pienso,
pienso en las palabras
polvo, oscuridad, estalactita,
trampa, hielo, destino.
HAIKÚ
Todos los pájaros de esta ciudad
se fueron
sabe dios a dónde
pero se fueron
El cielo se quedó sin nadie
a sus pies
árboles yermos
bajo ellos
obscuras motocicletas.
Athiná Papadaki (1945)
TÁLAMO NUPCIAL
El tálamo nupcial estaba cubierto
por una manta tejida por la abuela.
Para que yo tuviera un hijo
colocamos sobre ella un varón,
además lanzamos al aire monedas, confetis, arroz.
Aquella fue una ceremonia de hilo
que como un animal agazapado
fue regresando a la noche,
fue regresando a la sangre.
EN LOS ARMARIOS DE LA COCINA
1
Estas evidencias,
fabricadas con los hilos del amor,
estos manteles, estas servilletas
que acarician la mesa o las rodillas
¿no son acaso las que me hacen polvo?
2
Las vasijas quizás un día
nos enseñen
la luz que brota desde su interior,
luz de barro o de vidrio.
Ellas permanecerán
diciéndole poemas
a las manos de mi madre.
Las inmensas colinas
mirarán sorprendidas
este acto de purificación.
María Lainá (1947)
TAL VEZ SEA LA MUERTE
Tal vez sea la muerte
una manzana
un llanto pequeñito y sin gracia
un pavo real paseando por el cuarto.
Tal vez sea,
pero esta muerte no,
no esta.
Dimitris Kalokýris (1948)
EL MUELLE
Reflexionando
trepa el muro,
asciende,
mientras la enredadera,
que huele a brea y a herrumbre,
lo va poseyendo.
El agua atraviesa la cal del Egeo.
Con el viento
una mujer envuelve su cuerpo
para después correr hacia los barcos.
La noche ata la desesperanza.
En medio de las interferencias,
saltando las emisoras clandestinas,
los cortes que nadie espera,
él llega,
desde lejos,
llega con la voz ronca y deformada
por el aceite de las lámparas,
llega hasta el aparato receptor
que busca el aire
en algún sitio
en las laderas de las Vía Láctea,
atraído por la pasión
venciendo la muerta,
como quien se ofrece
sobre los luminosos clavos de la historia,
llega
el poeta
Konstantino Kavafis.
Yenny Mastoraky (1949)
ESTE SUILENCIO AL QUE ENTREGUÉ LA VIDA
Este silencio
al que le entregué la vida
dentro de las cuatro paredes de mi alma
tarde o temprano
se convertiría en canción.
Profunda y oscura
silenciosa
como el agua
como el bolsillo del delantal de mi madre.
Que ella entregue a cada uno
lo que a cada uno le pertenece
que se desparrame como el alto mensaje de las grúas
en calles
en plazas
en urinarios públicos
en las salas de espera de los trenes.
Canción como la misa del Domingo de Ramos
canción del pan y del agua
canción de los hombres
canción mía.
Adonis Fostiéris (1953)
LA REFLEXIÓN PERTENECE AL LUTO
Una vez más dejo el silencio de mi alma
para entrar y salir en las chillonas imprentas de la nada.
(Piedras de molino trituran las sílabas
de modo que no falte el poema nuestro de cada día)
Pan negro con harina negra
- ¿alguien se ha preguntado por qué las palabras impresas son negras?
¿que decidió el luto, qué raíz del hombre lo decidió?
¿qué instinto abofetea a los olorosos y jóvenes semióticos,
ellos que escandalosamente abandonan lo visible?
Fingiendo emociones he llegado a ser sensible.
Ahora
con qué manos amasarás el pan,
en este instante
cómo podrás terminar el poema.
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