Contantinos Cavafis (1863-1933)
ÍTACA
Cuando hacia Ítaca salgas,
desea que el camino sea inmenso,
que nunca te abandonen
la aventura y el saber.
No temas a lestrigones
ni a cíclopes,
tampoco al fiero Poseidón.
A ellos no los encontrarás
si tus pensamiento son altos
si tu cuerpo y tu espíritu
son tocados por la fineza.
No los encontrarás
sino partes con ellos,
si tu alma no los crea.
Desea que el camino sea inmenso,
que sean muchas las mañanas del verano
en las que dichoso
entres a puertos desconocidos:
demórate en los mercados fenicios
y adquiere las más bellas mercancías,
marfiles y perlas, ébanos y ámbares,
embriagadores perfumes,
de ellos compra lo más que puedas.
En Egipto aprende,
aprende de sus sabios,
conoce todas sus ciudades.
Recuerda a Ítaca,
es tu meta,
pero no apures el viaje.
Mejor será que dure muchos años
y que ya anciano
eches el ancla en tu casa,
preñado de riquezas.
No desees los bienes de Ítaca.
La isla te dio el motivo,
Sin ella no te hubieras echado a la mar.
Otras cosas, Ítaca, ya no tiene para darte.
Aunque la encuentres pobre,
no se ha burlado de ti,
no te ha engañado.
Sabio serás
seguramente
al final de la ruta
porque habrás comprendido
el significado de las Ítacas.
1911
LA CIUDAD
Dijiste:
Iré a otra tierra, a otro mar.
Seguro me espera
una ciudad mejor que está.
Cada intento, cada esfuerzo mío,
por encontrarla
es una condena escrita.
Sepulto está mi corazón
como el de un muerto.
¿Hasta cuando mi espíritu estará inmóvil?
Adonde quiera que miro
veo las ruinas de mi vida,
y reconozco la oscuridad que atesoran mis años,
los que destruí, los que perdí.
Las tierras nuevas, los mares intocados,
no los hallarás.
La ciudad te acompaña siempre.
Rodarás por calles idénticas.
Envejecerás en los mismos barrios,
entre esas casas te brotarán las canas.
Siempre llegarás hasta aquí.
No coloques la esperanza en otro sitio.
Los barcos y las rutas se han borrado.
Al destruir tu vida
en este rincón pequeño
lo hiciste en toda la tierra.
1894-1910
RECUERDA, CUERPO…
Cuerpo,
recuerda no sólo las veces que fuiste amado
o los lechos en los que te acostaste,
recuerda también el deseo de ti
que hacía brillar los ojos con impudicia,
recuerda la voz temblorosa
y el obstáculo
que hizo que se frustrara aquel encuentro.
Ahora que pasó
recuerdas como si te hubieras entregado
a esos deseos,
recuerdas
como brillaban ellos
en los ojos que te miraban,
como temblaban en la voz por ti,
recuérdalos cuerpo.
1916-1918
SACERDOTE EN EL TEMPLO DE SERAPIS
A mi padre lloro,
aquel buen anciano que siempre me quiso,
a él lloro.
Hace dos días,
poco antes del alba murió,
buen anciano,
estoy llorando a mi padre.
Oh, Jesucristo
tu sabes que me esfuerzo en guardar
todos los días
los mandamientos de tu Iglesia
en cada uno de mis actos
en cada palabra que pronuncio
en cada pensamiento.
Tú sabes que aborrezco a los que te niegan,
pero ahora lloro,
oh Cristo,
me lamento por la muerte de mi padre
aun cuando fuese
-y es horrible siquiera pronunciarlo-
sacerdote en el aborrecible templo de Serapis.
1926
ESPERANDO A LOS BÁRBAROS
¿ Qué esperamos reunidos en el ágora?
Es que hoy llegan los bárbaros
¿ Por qué en el Senado nadie trabaja?
¿ Por qué los senadores descansan sin legislar?
Porque los bárbaros llegan
¿ Para qué legislar?
Cuando lleguen los bárbaros
que hagan ellos leyes nuevas.
¿ Por qué el emperador se ha levantado al alba
y está sentado en su trono,
solemne y coronado,
a las puertas de la ciudad?
Porque llegan los bárbaros,
y el emperador quiere recibir a su jefe con honores,
hasta hizo preparar un pergamino para entregárselo
y mando colocarle incontables títulos y nombres.
¿Por qué nuestros dos cónsules y los pretores han salido
con sus togas de púrpura, bordadas?
¿Por qué se han puesto brazaletes adornados de amatistas
y sortijas de esmeraldas,
magnificas ellas, centellantes?
¿Por qué usan hoy bastones de oro y plata
labrados con tanta maestría?
Porque hoy llegan los bárbaros,
y esas cosas los deslumbran a ellos.
¿ Por qué nuestros egregios oradores
no acuden, como todos los días, a atiborrarnos de discursos?
Porque llegan los bárbaros
y a ellos les aburren la retórica y las consignas.
¿ Por qué de pronto esa inquietud y confusión?
¡ que gravedad la de esos rostros!
¿ Por qué las calles y las plazas
tan rápidamente se han vaciado
y la gente regresa cabizbaja?
Porque ya es noche cerrada
y aún no llegan los bárbaros,
además,
unos que merodeaban por las fronteras
andan diciendo que los bárbaros no existen.
Y ahora sin bárbaros ¿qué haremos?
Esa gente, al menos, era una solución.
1904
EL DIOS ABANDONABA A ANTONIO
Cuando de repente,
a medianoche,
se escuche el rumor
de una turba invisible
que atraviesa la ciudad,
con música exquisita y griterío,
es inútil que llores,
porque
tu destino se ha entregado,
tus obras son nada,
tus proyectos humo.
Tú eres un hombre preparado
desde mucho antes,
eres valiente,
entonces díle adiós a Alejandría
que se va.
No te engañes,
no digas que fue un sueño,
que tu oído te extravió,
no aceptes la esperanza,
es inútil.
Tú eres un hombre preparado
desde mucho antes,
eres valiente,
sólo a ti correspondió
una ciudad como esta,
acércate con garbo a la ventana
y emocionado escucha:
no supliques,
no te quejes como un cobarde,
sólo oye,
como si fuera el último placer,
los sones,
los instrumentos del cortejo invisible
y dile adiós a ella,
a la Alejandría
que para siempre
pierdes.
1911
EL ESPEJO DEL RECIBIDOR
La lujosa mansión tenía en la entrada
un espejo,
antiguo y enorme,
hacía por lo menos ochenta años
la familia lo había comprado.
Un muchacho,
mensajero de un sastre,
( los domingos atleta aficionado),
estaba delante de él con un paquete.
Lo entregó a alguien de la casa,
que fue a buscar el recibo.
El mensajero se quedó sólo,
esperando.
Se acercó al espejo, se miró,
Se acomodó la corbata.
A los cinco minutos
le devolvieron el recibo.
Lo cogió y se marchó.
Pero el antiguo espejo,
que había visto tantas cosas en su vida,
objetos y caras por millares,
el espejo antiguísimo
ahora estaba alegre
y se sentía orgulloso
por haber acogido en su cuerpo
al menos por unos minutos
la belleza.
1930
No hay comentarios:
Publicar un comentario