miércoles, 23 de mayo de 2012
Carta Abierta a la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana
Distinguidos señores,
No les molestaré intentando revocar la decisión soberana del Gobierno de los Estados Unidos de América, al que ustedes representan, de negarme una visa para ingresar a su territorio; aunque ya había estado allí en dos ocasiones - 1998 y 2000-2001- invitado por una institución cultural radicada en la ciudad de Orlando, y que actualmente pretendía reiniciar los trabajos que, sobre Oralidad y Narración oral, fueron interrumpidos por la política de la administración Bush, de tan infeliz memoria que ojala que lo único que hubiera hecho fuera interrumpir los intercambios culturales y académicos entre nuestros dos países. Si así hubiera sido la recordaríamos como una gestión troglodita y no como una genocida. No debería de olvidar vuestra tradición gubernamental de manipulación de los derechos y las libertades, que llega incluso a convertir en arma política hasta lo sagrado. No debería olvidar que la política migratoria de su gobierno está fundada en el desprecio hacia los otros países y la fuerza bruta. No debería olvidar que poco importa que usted sea un académico de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, o la esposa de un preso político, o un anciano que quiere pasar unos meses junto a su familia, o un hombre de bien, pues parece que a ustedes nada les ha importado nunca. No debería pecar de ingenuo y olvidar que mientras a unos les niegan la posibilidad legal de entrar a su territorio, a otros los estimulan para que se arriesguen retando a la muerte y a la naturaleza amparados en un sistema legal centrado en la muerte – con pies secos o pies mojados-; así como debería recordar que terroristas, traficantes, genocidas, embaucadores, mentirosos, y seres de la peor calaña son bienvenidos o deambulan entre ustedes. Claro, ellos son vuestros, como Anastasio Somoza y la corte de dictadores y asesinos que han escogido tradicionalmente como aliados. Ya se que ustedes tienen el derecho que seleccionar a sus amigos, y eso está bien, aunque no deberían olvidar al viejo refrán castellano que reza “dime con quien andas…”. Desde el siglo XVIII sabemos bien quienes son ustedes.
Les escribo nada más para referirles la lamentable actuación de un funcionario consular que, actuando en representación de su gobierno, me sometiera a una serie de humillaciones y vejámenes, en tanto ciudadano cubano e intelectual; y que en ejercicio de sus funciones dicho funcionario mintiera voluntariamente, con premeditación y ensañamiento.
El caballerito en cuestión, actuando durante una entrevista que me hiciera el 9 de mayo en horas de la tarde, comenzó preguntando, de forma airada y descompuesta, que cómo era que siendo médico, fuera además artista y me especializara en materias tan ajenas a la Ciencia Médica, pues él consideraba que eso era imposible. Primera insinuación de impostura. A continuación, y durante casi 25 minutos, comenzó, según dijo, a intentar verificar a través de Internet si realmente yo era lo que decía ser, hasta que, cansado de teclear a tontas y a locas, afirmó que mi nombre no aparecía ni una sola vez en la red, que sólo leí el de un hombre llamado Rafael Méndez, con un currículo similar al mío, pero que obviamente no era yo. Confirmación de impostura. Acto seguido, y sin rubor, me llamó mentiroso cuando dije que no podía acceder a Internet desde mi casa para consultar el sitio Web de la organización que me invitaba. Dijo que la UNEAC tenía conexión, y es cierto, pero yo no vivo en 17 y H, y además, siendo la que me invita una organización pequeña y de acción local, no tiene sitio propio. Estos son dos de los muchos desafueros del funcionario consular, que antes le había exigido pruebas a una mujer que dijo ser Doctora en Medicina y Doctora en Ciencias Médicas, a otra le comentó que no podía creer que no fuera a emigrar a ese país porque tres de cada cuatro artistas se quedan. Cada vez que abría la boca el señor ofendía, y ya ven ustedes que no era únicamente porque pensara que yo “no calificaba”, es que él no califica ni siquiera ante un manual de urbanidad y buenas costumbres.
Esa persona sabe que miente, pues nada más acceder al buscador Google, escribir correctamente mi nombre, aparecerán múltiples pruebas que avalan mi currículo y que responde a mi obra de poeta, narrador oral, teórico de la Narración oral y la Oralidad, libretista de radio, periodista cultural, editor, médico, etc.; así como testimonian mi accionar en los Estados Unidos, España, México, Argentina, Colombia, Venezuela, y otros países. Busquen en la Red Internacional de Cuentacuentos, en la de Escritores Iberoamericanos, en el Diccionario de la Literatura Cubana, entre otros. En los minutos en los que el representante de su gobierno, y actuando en su nombre, mentía e insultaba, tal parece que toda referencia a mi persona y obra se esfumaba en la red. Esta “teoría conspirativa” es tan improbable y ridícula que al propio empleado público le debería de dar vergüenza siquiera esbozarla.
Mis libros, además, pueden consultarse en Internet, pues hay disponibles versiones electrónicas, o en bibliotecas americanas – tanto la del Congreso como en las de múltiples universidades- e incluso podría comprarlos a través de Amazon.com u otras librerías virtuales.
Es una pena que un funcionario del gobierno de Estados Unidos, en el cumplimiento de funciones públicas, alardee de incultura y maneras inciviles. ¿No conoce él a médicos considerados genios de la literatura o que son artistas de mucho nombre? Si quisiera podría hacer para él, y para ustedes, una lista de lectura. Lo haré gustosamente y de manera voluntaria (pro bono). Le aclaro que no soy uno de esos “genios”, pero soy un Poeta y eso es ya suficiente.
Es una pena que un funcionario del gobierno de Estados Unidos, en el cumplimiento de funciones públicas, no respete el carácter sagrado de la persona humana y sus más elementales derechos.
Es una pena que un funcionario del gobierno de Estados Unidos, en el cumplimiento de funciones públicas, se comporte de manera arrogante, prepotente e infantil. ¿O es que tienen razón los que dicen que ese es el sino de los gobernantes de su país? Pues bien, tienen razón, ese es.
Es una pena que un funcionario del gobierno de Estados Unidos, en el cumplimiento de funciones públicas, se salte a la tolera las más elementales normas y actúe de forma indecente.
Es una pena que un funcionario del gobierno de Estados Unidos, en el cumplimiento de funciones públicas, se esfuerce en hacer ver el lado grotesco e incivil de su personalidad.
Lo dicho, dicho está. Las palabras del funcionario no regresarán nunca a su boca. Esperemos, que para otra ocasión, piense antes de hablar, y no le venza la vanidad de actuar amparado por un gobierno poderoso que, sin embargo, en lo que respecta a las relaciones con mi país, sus gobernantes y pueblo, está secuestrado por la intolerancia y la senectud. Esperemos que para otras ocasiones los funcionarios del gobierno de los Estados Unidos, atrincherados en la SINA, reconozcan el valor de la Temperancia, la Justicia y la Verdad. Aunque creo que espero demasiado de ustedes, que no aprendieron ni siquiera de la nobleza y rectitud del gran pueblo norteamericano, tan amigo del trabajo, la familia, y la comunidad.
Quiero que trasmitan al funcionario en cuestión, extensivo a todos ustedes, mi agradecimiento pues, en apenas dos o tres horas, recibí una valiosa lección de historia que me permitió reafirmar la justeza y veracidad del pensamiento cubano, encarnado en José Martí.
Por último quiero recordarles que no les estoy pidiendo nada, sólo les estoy mostrando mi indignación.
De ustedes,
Dr. Jesús Lozada Guevara
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2 comentarios:
Estados Unidos siempre se ha dedicado a eso, fomentar la emigración ilegal cubana hacia ese país y negando visas a cubanos destacados en la música, deportes, ciencia o cualquier cosa que sirva para estrechar los lazos de fraternidad y cooperación entre los pueblos cubano y norteamericano, sin embargo a los cubanos que estúpidamente tratan de destruir la revolucion si los reciben como héroes.
Un caloroso saluto dall'Italia...ciao
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