I
Vayamos al centro del asunto, tomemos al miura por los cuernos y salgamos al ruedo de
El paisaje aquí es la palabra pronunciada a viva voz, sustancia inasible que sin embargo genera, anuncia, insinúa, manifestaciones concretas y no por eso menos problemáticas. Por un lado se encarnan los sonidos y por otro se doblegan los significados convirtiéndolos en signos. La palabra dicha deja marcas, graba, aunque no desde la misma intensidad o cualidad que la escritura, en tanto que entre lo dicho y lo escrito median los mundos del oído y del ojo que generan paisajes diferentes, muchas veces distantes uno del otro u otras veces de difícil diferenciación como en
Walter Ong dice que “ Más que la visión, el oído había dominado de manera significativa el mundo intelectual de la Antigüedad, incluso mucho después de que la escritura fuera profundamente interiorizada (y que) La cultura del manuscrito en Occidente permaneció siempre marginalmente oral”.(3) Es decir, parece que mientras el texto, lo que se ve, se puede repasar, releer, volver a escribir, entrar a la sustancia del mismo; el discurso, lo que se escucha, a penas permite asirlo de manera “superficial”, porque es único, irrepetible, enmarcado en el aquí y ahora y excepcional, pero esto
Abría que señalar que, por otra parte, la oralidad secundaria y el mundo de la propaganda y la publicidad, más los restos de oralidad primaria, han generado un nuevo sistema simbólico de expresión, un nuevo paisaje, que en otro ensayo llamo escritoralidad, y que es obviamente una modalidad combinada de lógica del ojo y lógica del oído, una oralidad nueva.
Las culturales orales y escritas “se complementan y le sirven al ser humano para sus actividades diarias. La herencia oral y sus formas de expresión son un complemento importante y necesario para nuestra conciencia abstracta” (6), que es la hija predilecta del ojo, de la escritura.
1. Para Manuel de Lecuona, citado por Alexis Díaz-Pimienta, a la oralidad la podemos dividir en Discurso Científico ( donde se incluyen las clases, las conferencias, la oralidad científica y filosófica, etc.) y Discurso connotativo ( donde se incluyen la oratoria, la conversación y las formas de literatura oral)(8), en tanto destierra el concepto de texto y asume el de discurso nos parecería atendible esta clasificación sino fuera porque repite la decimonónica idea de “literatura oral” para reunir a géneros orales como el cuento, el refrán, los chistes, los proverbios, las adivinanzas, la poesía oral e improvisada, etc. y que nos sigue pareciendo inoperante y por demás excluyente. Parece decirnos que para que la producción intelectual y espiritual del ser humano sea reconocida como tal debe estar escrita porque es imposible la conservación de la oralidad sin la escritura (9).
2. Por otro lado está la conocida y muy general clasificación de Walter Ong (10), que la clasifica en oralidad primaria y oralidad secundaria. El primer término alude a la oralidad no mediada o más bien pura, en la que se incluyen desde la oralidad cotidiana hasta las formas narrativas, poéticas, filosóficas, pedagógicas, etc. y en el segundo término el autor incluye la que se produce a través de los medios masivos de comunicación (radio y televisión). La clasificación de Ong aparentemente es muy general pero sigue siendo la más operativa.
3. Por su parte Francisco Garzón Céspedes introduce el término oralidad artística (narración oral artística y poesía oral) (11) de lo que se desprende que hay una no artística y en la que él privilegia a la “conversación interpersonal cotidiana”(12) y de la que formarían parte además la oralidad doctrinaria u oratoria, la docente, la difusora, la comercial, la histórica, la terapéutica y
Toda la oralidad narradora parece desembocar en él. Grave error metodológico y burda manipulación. La clasificación garzoniana, además de otros males, termina mezclando la clasificación de Ong con la suya, y si la primera es ciertamente funcional no tiene sentido sustituirla, y además este autor excluye de la suya otras manifestaciones narrativas o artísticas urbanas surgidas en muy diversos lugares del mundo, al unísono, y sin autor personal reconocible, además de echar fuera otras realidades narrativas orales que ciertamente no pueden ser vistas ni como comunitarias ni tribales aunque si como tradicionales (14).
De tener que elegir entre estas clasificaciones yo preferiría
II
Ahora centrémonos en la descripción del paisaje. La Oralidad es el sistema primario de expresión, ella vive independientemente y con su competidora más cercana, la escritura, pero para entenderla muchas veces hay que contrastarlas. Nos acogeremos a Walter Ong cuyo libro Oralidad y escritura ( Tecnologías de la palabra) ( Fondo de Cultura Económica, México, 1994) es un clásico y además común recurrencia de investigadores de todas las lenguas y tendencias; sin embargo trataremos de centrarnos en la Oralidad más que comparándola con la escritura y haciendo énfasis en las características narrativas orales.
1. Unidades temáticas, Fórmulas lingüísticas y lugares comunes:
Quiéranlo o no estamos sujetos a la lógica de la escritura y concebimos los discursos narrativos orales usando sus estructuras y no las de
Sin embargo en la oralidad no mediada es la estructura episódica basada en fórmulas lingüísticas y unidades temáticas la que aparece, estas pautas se recuerdan con facilidad y más que responder a un afán estructurador u organizador, que de hecho lo son, lo que la caracteriza es su sentido puramente mnemotécnico. A la acumulación de episodios se le añaden otros recursos como el ritmo, la aliteración, la asonancia, la repetición y el equilibrio.
La concepción de autor y originalidad le son ajenos, mientras que nosotros inventamos hasta el derecho de oralidad o de versión oral, en la oralidad no hay quien organice la historia sino que son los individuos, las comunidades y un conjunto de circunstancias las que se ponen en contacto y las generan sobre la base de temas y fórmulas. Van directamente a los sucesos, entre otras cosas porque las historias son los soportes de su conocimiento y no una formulación abstracta, son el reservorio de su saber y el sostén de su sobrevivencia.
Cuando estudiamos los cuentos negros, especialmente en la versión de Lidia Cabrera, descubrimos que están construidos como una tela o mejor como una pintura al óleo, capa sobre capa, episodio sobre episodio, uno consecuencia del otro, y ese otro causa del siguiente. Cuando en 1990 me preparaba para estrenar El dueño del monte disfruté una de las experiencias más extraordinarias que he tenido en mi vida de cuentero: descubrir como las formulas, los lugares comunes, iban componiendo un conjunto de resonancias impredecibles que funcionaron ante el público como una maquinaría de relojería suiza. La Cabrera hizo funcionar sus historias desde la lógica de la oralidad.
2. Redundancia:
Los sucesos, las ideas, las formulas, los lugares comunes, no bastan para mantener cierta continuidad en la expresión oral, por lo que deberán ser repetidas durante la emisión del discurso oral. La eliminación de la redundancia lo empobrece.
Cuando recuerdo los cuentos más efectivos del repertorio de muchos narradores orales contemporáneos encuentro en ellos estructuras redundantes. La mujer chiquirritica, Caballo y Rancho con sol en las versiones de
3- Conservadurismo y tradicionalismo:
Las culturas orales emplean gran energía en conservar y repetir las historias y los discursos y prácticamente ninguna en innovar y experimentar. En todo caso su innovación deriva hacia lo ritual, hacía el conjunto de elementos no verbales que enriquecen y completan la trama narrativa. Las culturas orales no padecen de la enfermedad infantil del hombre moderno y postmoderno: la búsqueda desesperada de la originalidad y de lo nuevo; por lo que prestigian el saber tradicional y sus portadores más fieles, los ancianos.
El repertorio de muchos cuenteros tradicionales, griot y otros maestros de la palabra en el mundo oral es idéntico al de muchas generaciones que le antecedieron, porque en esas historias se conservan las más profundas estructuras espirituales de su comunidad que de no existir estás se caerían en pedazos rompiéndose no sólo las matrices identitarias de esos grupos sino hasta los individuos mismos.
4. Cercanía con el mundo vital humano:
El mundo de la palabra a viva voz es concreto y cercano, interactúa con un espacio vital y una comunidad específica, que sólo ella reconoce en sus referencias y en sus códigos.
Hay una famosa anécdota de Misael Torre en una comunidad indígena, donde él llega y cuenta lo mejor de su repertorio, puros cuentos de humor, probados en fiestas y parrandas, teatros y universidades, cuentos de esos que los narradores saben que con ellos nunca fallarán, no importa a quien tengan delante, nunca se rajan esos cuentos; pero con aquellos seres humanos, fallaron. Estuvo veinte minutos contando y nadie sonrió, nadie habló, permanecían inmutables. El paró y no se pudo aguantar y le preguntó al cacique qué sucedía y este le dijo que lo que pasaba era que nadie había mojado
Lo mismo sucede cuando contextualizamos una historia, cuando la ponemos en contacto con el mundo referencial de los oyentes, enseguida obtenemos respuesta.
5. Matices agonísticos
El matiz de la lucha, de la estimulación, de la ganancia frente al otro, de la apertura del proceso hasta límites insospechados, es otra de las características de la narración oral y de
En las contadas colectivas, en las controversias de los poetas repentistas, algunas famosas hasta hoy después de muchos años de muertos sus protagonistas como aquella que con el tema de la muerte enfrentara a Jesús Orta Ruiz y a Angelito Valiente, en el intercambio de chistes de relajo o políticos entre contertulios, en las discusiones y debates públicos sobre temas de actualidad, en la enunciación de adivinanzas y proverbios, encontramos a flor de piel la condición combatiente y competidora de
6. Empatía y participación
Havelok, citado por Ong, reconoce que para una cultura oral aprender o saber significa lograr una identificación comunitaria, empática y estrecha con lo sabido. Es por eso que el narrador de cuentos, el cuentero, se identifica de tal modo con la historia que comienza a deslizarse dentro de ella. Se hace protagonista de sucesos míticos o milenarios.
Es el caso de El caimán de Sanaré, un maestro de la palabra venezolano, que ha sido protagonista de muchos de los episodios de tío Tigre y tío Conejo, y hasta se ha encontrado con los espantos más conocidos de su tierra. Yo le he escuchado de sus historias con La Silbona, La Llorona, La Sayona y
Historia, Narrador y público arman una unidad indisoluble.
7. Funcionalidad y refuncionalización
El discurso oral necesita de códigos entendibles, comunes, vigentes, tanto desde el punto de vista verbal como no verbal. Lo que no cumple estas características se elimina o más bien se decanta. Sale del juego, del intercambio. Muchas veces sucede que cambia de significado. Esto explica la marcada estructura literaria y escénica que se aprecia en la narración oral contemporánea que más que obra de una voluntad individual es un proceso que se genera tanto al interior del discurso como de sus portadores o sus beneficiarios.
III
Hasta aquí hemos hablado de algunos elementos que apuntan hacia la enunciación de nociones sobre la oralidad y la oralidad narrativa pero que sólo tendrían sentido y pertinencia si intentamos reconocer y aplicarlos de modo práctico.
No bastara con saber sobre la lógica de la oralidad y la de la escritura, sobre su funcionamiento interno y propiedades, si esto no se traduce concretamente, si no somos capaces de identificar que el cuento, la materia narrativa, que hoy conocemos y el modo con que la estamos trabajando es altamente escritural, que se aleja de la lógica de la oralidad, sin dejar de pertenecer a ella, y que por eso nos aproxima al al teatro, a lo representacional, sin pertenecer a él, que nace de la escritura, que disuelve al narrador y a la línea narrativa detrás de los personajes y de sus conflictos, y que ciertamente narra pero no lo hace oralmente, que el fenómeno del mestizaje y la hibridación se están gestando dentro de
La escritoralidad está ahí frente a nosotros, la estamos conformando, y por otra parte ella nos está haciendo a nosotros. De lo que se trata
Notas
1. Nombre de un tratado inconcluso de Dante Alighieri, redactado en latín, pero que defendía el uso del dialecto toscano (latín vulgar) como lengua doméstica y literaria. Ante la aparente contradicción de usar códigos escritos para pensar la Oralidad, me acojo a la lógica del poeta y hago el elogio de esta otra elocuencia, aún cuando sea desde la escritura.
2. Lezama Lima, José La expresión americana, Ministerio de Educación, La Habana, 1957, pág. 18.
3. Ong, Walter Oralidad y escritura, FCE, 1994, pág. 118
4. Bengoa Cabello, José Memoria, oralidad y escritura tomado de www.antropologia.cl/docs/Jose%20Bengoa%20-%0Memoria%20Oralidad%20y%20Escritura.pdf
5. Alvárez Muro, Alexandra Oralidad y escritura, tomado de www.rrppnet.com.ar/oralidadyescritura.htm
6. Boito, María Eugenia La importancia de la oralidad en la cultura contemporánea-El caso de los cuenteros de Córdoba tomado de www.ull.es/publicaciones/latina/argentina2000/21boito.htm
7. Alvárez Muro, Alexandra, Análisis de la oralidad:una poética del habla cotidiana, 2001 tomado de www.elies.rediris.es
8. Díaz Pimienta, Alexis Teoría de la Improvisación, Ed. Unión, La Habana, 2001, pág. 161
9. Algunos autores tan respetables como Adolfo Columbres en su Celebración del Lenguaje ( Ediciones del Sol, Buenas Aires, 1997) defienden el término pero por razones operacionales, para este autor dado el prestigio de la literatura nos sería preferible aceptar la idea teniendo en cuenta que entraríamos a espacios de mayor legitimación. Es lo mismo que sucede con la tendencia de reafirmar la condición teatral de
10. Ong, Walter ídem.
11. Garzón Céspedes, Francisco Oralidad escénica , Editorial Ciudad Gótica, Argentina, 2006, pág 113.
12. ídem.
13. ídem. Pág. 114
14. Existen otras experiencias en el mundo árabe, en China y Japón con tradicionales y muy exquisitas manifestaciones que están lejos de ser comunitarias o tribales, además de que producto de las grandes emigraciones africanas han legado a Europa maestros de la palabra de ese continente y que han adaptado escénicamente las formas tradicionales de la oralidad continental hasta lograr prouctos urbanos contemporáneos que se alejan incluso de las formas más puras, tradicionales y rígidas heredadas en sus comunidades, ya inexistentes para ellos. Lo que puiede ser un verdadero etnocidio se convierte en una suerte de conservación alternativa de culturas que de lo contrario, al desaparecer sus hábitat, hubiesen desaparecido.
15. Diego, Eliseo, Ensayos, Ediciones Unión, La Habana, 2006, pág. 104
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